Todas nuestras relaciones consisten en un juego recíproco de expectativas. Si hablamos con alguien esperamos que no nos mienta; si compramos un producto que no nos timen; cuando vamos al hospital que nos curen; cuando estamos en clase aprender. Si supiéramos de antemano que no iba a ser así, no ejecutaríamos ninguna de estas acciones. Lo mismo ocurre con las instituciones que ordenan nuestra convivencia. Esperamos que nos ofrezcan un bien social y, a cambio, les ofrecemos nuestra confianza y nuestra lealtad. Ya hablemos de salud, educación, protección o amor.

Sirva esta introducción para aconsejarles la lectura de un libro totalmente necesario para entender la situación actual de nuestra democracia. Me refiero a Salida, voz y lealtad, un clásico de la ciencia política y la economía, escrito de forma clara y ágil por A. O. Hirschman en 1970. El autor parte de que economía y política ni están ni se pueden separar, que la integración justa de las dos es el objetivo básico del sistema democrático. Si no lo consigue, si la desigualdad va en aumento y la política solo es negocio, se pierde la confianza depositada en la democracia y, con ella, la lealtad, ocupando su sitio el descrédito y la desafección.

ANTE ESTO solo caben ya dos opciones. La salida, rechazar la democracia y seguir el camino de las dictaduras electas, del populismo y de los salvapatrias de turno; y la voz, intentar cambiar la situación a través de la participación, el compromiso y la responsabilidad compartida. De la primera ya tenemos una larga experiencia, podríamos intentar la segunda. Solo hace falta la honradez para dialogar y lograr acuerdos.

*Catedrático de Ética