Leí la semana pasada en las páginas de este diario que la Universitat Jaume I (UJI) de Castelló ha entrado por primera vez en el selectivo ránking de Times Higher Education (THE) Young University Rankings 2019, que recoge las 350 primeras instituciones de estudios superiores de todo el mundo con menos de 50 años de antigüedad. Sin duda alguna, al firmante de esta columna es una noticia que, como castellonense, le enorgullece y satisface en gran manera y más teniendo en cuenta que hace bastantes más de cuarenta años, se encontraba alimentando con devoción no exenta de afecto, a un recién nacido que iba a convertirse en el germen del hoy vigoroso claustro universitario local.

El entrañable periodo del Colegio Universitario de Castelló marcó estigma en todos quienes ejercimos la docencia en sus aulas y más en los que, como es el caso, ejercimos algún cargo administrativo de responsabilidad en la gestión.

Aquel centro adscrito a la Universidad de Valencia llegó a una provechosa adolescencia que se manifestó en el traslado de su sede desde el Seminario Mater Dei, al primitivo local de la carretera de Borriol, hoy en uso por el CEFIRE. En el segundo de los pabellones vecinos levantados (actualmente sede la Escuela de Idiomas), uno vivió sus últimos años de enseñanza universitaria, que concluyeron a fines de los 80. Pero enquimerando los recuerdos pretéritos, siempre aparece la imagen de aquel retoño de biberón que su desarrollo, ha concedido las más grandes satisfacciones. Es como ver triunfar a una hija muy, muy brillante en todas sus acciones.

*Cronista oficial de Castelló