Genio y figura. Testigo impenitente y directo del devenir histórico de Castellón a lo largo de los últimos 60 años y heredero de un magisterio impulsado por su padre. Vicente Traver, Wamba, y prolongado por su hijo, Jorge. Fotógrafo de artesanía. Daguerrotipos urbanos, sociales, humanos, deportivos, miradas, gestos y audacias.

Un Wamba que trabajó también para el periódico Mediterráneo, que dice adiós… pero solo de momento. El entrañable estudio de fotografía de la calle Mayor, 11, ha cerrado sus puertas.

Un establecimiento entrañable por donde ha pasado el todo Castellón. Entre sus paredes se conservan intactos los recuerdos de tantos momentos en la vida cotidiana de «papel impreso que refleja una imagen», como así define Wamba la fotografía, clara y rotundamente.

Una tienda que fue abanderada en las fotografías de carnet. La calle Mayor era por aquel entonces «un vial de gestorías y oficinas, y era necesario acercar al público un lugar donde hacerse estas fotografías». «Mi padre, gran adelantado, no solo abrió la tienda en ese lugar, sino que agilizó los tiempos de espera y entrega» para estas fotos, evoca ahora Vicente Traver. Un estudio por el que han pasado generaciones enteras de castellonenses para inmortalizar sus fotografías de ceremonias y de fiesta castellonera en los recuerdos de toda una vida. De todo un tiempo.

Pero esa vocación y entrega al objetivo de la cámara de fotos no muere. Wamba abrirá un nuevo establecimiento en la calle San Vicente, pero no como estudio, sino como centro de formación y debate sobre la fotografía.

Para todo el mundo

«Las nuevas tecnologías han matado a la fotografía de artesanía, de arte», sentencia Wamba, que contempla su nueva propuesta como un «lugar para que el castellonense que quiera exponga sus fotos, haga sus fotos y haga de la fotografía su mejor forma de expresión artística y creativa». Para todo el mundo.

Pero, además, como epílogo triunfante de una dilatada carrera profesional en el mundo de la fotografía, Wamba ha publicado un libro de imágenes que, con el sugerente título de Nacimiento de un payaso, retrata la evolución profesional de un clown --podía haber sido cualquier otra profesión--, porque lo que ha querido es mostrar «cómo nace y se desarrolla una vocación, un espíritu de fantasía», y como tributo a Mel, el decano de los payasos castellonenses, mientras que su nieto ejerce de alumno aventajado que también quiere ser payaso, que quiere empezar. La vida es como la caverna del eterno retorno de Platón. Todo vuelve. Todo regresa.

vcornelles@epmediterraneo.com