El Submarino afronta una doble difícil papeleta: se mide al Athletic en San Mamés, que es sinónimo de preocupación porque pocos escenarios empujan tanto a los suyos. Aunque uno cree que en el campo son once contra once y los de la grada no juegan, la segunda parte de la dificultad estriba en que es un duelo de Copa, y eso en el feudo bilbaíno son palabras mayores porque es un torneo que veneran y los 50.000 parecen el doble.

Con el añadido de que hay quien ha ejercido de cizañero, dejando caer que existe una notable animadversión en Bilbao hacia Marcelino. Qué lástima, con lo que aquí se respeta y se admira al Athletic.

Pero la gran preocupación es un ariete admirable, el mejor delantero español del momento. Con casi 35 años, Aritz Aduriz es un azote para cualquier defensa; en las disputas físicas se lleva por delante al que se le cruza y, equivocadamente etiquetado como solo un gran dominador del juego aéreo, sus recursos técnicos a ras de suelo son ilimitados.

Aduriz es un arma de destrucción masiva así en la tierra como en los cielos. Un buen vasco, de estos que no lanza fuerte piedras al mar por si le da en la cabeza a un inglés. H