Supongo que en la rama de la medicina, cuando un o una estudiante se licencian y, a posteriori, se doctoran están capacitados para entrar en el quirófano y operar. Lo mismo que un profesor pasa a dar clases o un economista hace declaraciones de la renta tras graduarse. ¿Por qué un entrenador de fútbol debe tener cierta edad y/o experiencia para entrenar a un equipo de categorías importantes a escala nacional?

Esta última semana, en Tercera División, tres han sido los banquillos que han sufrido relevo de entrenador. Y lo más sorprendente han sido las arriesgadas apuestas que se han sucedido. Por orden cronológico, el CD Castellón reemplazó a Frank Castelló por Sergi Escobar, con una dilatada experiencia en fútbol base y Preferente —nunca en Tercera División—; el Borriol cambió a Iván Campos por Jacint Guimerà, que tiene 25 años y entrenaba al Rafalafena, de Primera Regional; y en el Almazora, la salida de Nahum Mingol ha servido para dar la oportunidad en Tercera a dos hombres de la casa como Juan Carlos Beltrán y Rubén Medall.

Y, por descontado, la valentía del Villarreal CF de dar la alternativa a Javi Calleja, que era imberbe en 2ª B y ya es entrenador de Primera, reemplazando con éxito notable a Fran Escribá.

Valientes, sí, decisiones valientes. De las que hacían falta. Si un jugador despunta en la cantera con 19 años se le alinea, ¿verdad? ¿Por qué no apostar por técnicos que vienen despuntando desde abajo? Ya era hora.