En el Barça conviven siempre dos mundos. A veces, hasta confluyen. Pero no siempre. No hay mejor solución para espantar el «ruido», esa es la palabra que más usa Valverde en sus dos primeros meses en el Camp Nou, que ir sumando triunfos en el inicio de un proyecto nuevo. El equipo sostenido por Messi, como es habitual, va a la suya. Ha empezado la Liga completando un pleno (tres partidos, tres victorias) mientras el Madrid de Zinedine Zidane pierde la sonrisa (está cuatro puntos por debajo), emite dudas sobre la segunda unidad (sin Morata y James ya no tiene tanto valor) y Bale, de nuevo Bale, está bajo sospecha. Además, el Atlético de Simeone (que aún espera a Diego Costa) no se siente nada sólido, cediendo, como los madridistas, dos empates en tres jornadas.

Acaba de comenzar todo, pero Valverde, discreto y lleno de sentido común en todas las decisiones que toma, no ha dado ningún paso en falso, pendiente aún de medirse ante grandes enemigos. Llega mañana la Juventus al Camp Nou en un diabólico giro del destino. Fue, precisamente, la Vecchia Signora quien acabó con el Barça de Luis Enrique en Europa tras un caótico 3-0 en Turín, con Mathieu de titular (era lateral zurdo en la defensa del 3-4-3) y Jordi Alba en el banquillo.

Aquella estrepitosa caída europea enterró el milagro de Sergi Roberto ante el París SG. De abril a septiembre, tampoco ha cambiado tanto el Barça. Luis Enrique disfruta de su año sabático, mientras Mathieu juega ahora en el Sporting de Portugal. «Hay mucho ruido alrededor de este club, pero en el fondo se resume en ver a Messi, Suárez, Iniesta...», recalcó Valverde tras golear al Espanyol en el derbi y abrir un pequeño hueco con Madrid y Atlético.

LA BENDICIÓN DE OUSMANE // «Se me hace raro estar al lado de los mejores del mundo», admitió «emocionado» Dembélé el sábado. No es para menos. Tenía ocho años cuando Messi ya jugaba en el Barça y miraba sus partidos por la tele. El sábado, en cambio, se abrazaba Ousmane a Leo festejando la asistencia del francés a Suárez en el 5-0. Un gol que sirve como símbolo del vértigo que persigue inyectar Valverde a su Barça. En apenas nueve segundos, y de portería a portería.

El Barça ostenta el liderato con números impecables, pero la directiva sufre. En medio de la goleada al Espanyol se escucharon gritos en dos sectores del campo reclamando la dimisión de Bartomeu, acosado además por la moción de censura que promueve Agustí Benedito. El Barça tiene un problema y no lo oculta. Lo asume. Robert Fernández lo atribuyó a «la comunicación», una faceta que ha engullido a cinco ejecutivos en siete años. «Las personas que han debido explicar las cosas no lo han hecho bien, y me incluyo», afirmó el de Betxí.