Los jugadores del Málaga le profesan un gran respeto. Aseguran que no hay mejor lección futbolística que estar pendiente de Míchel en el descanso de los partidos, cuando el resultado se ha torcido en la primera parte. Todos escuchan atentamente, él habla les convence hasta el extremo de que en las segundas partes el equipo andaluz resurge, como ha ocurrido en varios encuentros.

Míchel llegó al Málaga en el último tercio de la temporada, tras los pasos fallidos de Juande y Marcelo Romero, y ha logrado salvarlo y algo más. La casualidad ha hecho que sea el único aliado que le queda al Barça para ganar la Liga. Un madridista para impedir el título que tanto desea el Real Madrid.

El móvil inoportuno // El pasado jueves, Michel reunió a la plantilla en una comida que llevaba semanas aplazada. Es un líder sólido y carismático, repiten en el vestuario, pero también alguien que dirige de manera estricta e impone disciplina cuando hace falta. Lo saben bien los jugadores a los que les ha sonado el móvil en un momento inoportuno. Está terminantemente prohibido enviar un Whatsapp inmediatamente antes y después de los entrenamientos, así como justo antes y después de los partidos. Es la ley del silencio para fomentar la piña de la plantilla y ahuyentar las distracciones.

La ley de Míchel, el técnico que, según personas de su entorno en Málaga, se muere de ganas por derrotar al Madrid; la gran paradoja de un madridista acérrimo. Hace unas semanas, cuando ya se intuía que el partido de La Rosaleda podría ser decisivo para el desenlace del campeonato, le pregutaron por esta repetición de la historia, por aquellos enfrentamientos de hace un cuarto de siglo, cuando otro merengue, Jorge Valdano, arrebató dos Ligas con el Tenerife a un Madrid en el que precisamente jugaba Michel. «Hay una gran diferencia», contestó el actual entrenador del Málaga, «y es que yo soy mucho más madridista que Valdano».

También dijo que, como hincha blanco, prefería «hacerle el pasillo y no la puñeta» al Madrid. No se imaginaba, o no quería imaginarse, que su Málaga sería el juez de la Liga, pensaba que todo estaría resuelto y le quedarían lejos los torbellinos mediáticos que se han formado esta semana en torno a su persona. Los ha espantado con contundencia. No a las entrevistas, pese a las múltiples peticiones, algunas de periodistas de los que es muy amigo. «A lo nuestro», es todo lo que ha manifestado, antes de la rueda de prensa de hoy, la habitual de antes de todos los partidos. Míchel siempre ha deseado entrenar al Madrid y aunque él poco o nada dice, todos saben que no guarda simpatía alguna por Florentino.