N i contra diez ni contra nueve. Ni en 90 minutos ni en 95. Ni con Kameni entero ni con Kameni cojo. El Barça no supo mejorar el cero del marcador con un gol, un triste gol, que habría bastado para sumar los tres puntos porque el Málaga ya se conformaba con su cero desde que llegó. Y fue el Málaga el que se marchó feliz con el puntito, un botín tan valioso como inmerecido por la nula ambición que mostró.

El generoso premio que se llevaron los visitantes resultó un castigo excesivo para un Barça que lo hizo casi todo bien, excepto lo más importante: el gol. Sin Suárez ni Messi, indispuesto con una dolencia antes del partido, al cuadro azulgrana no le resultó suficiente con la presencia de Neymar. Reducidas las tres puntas del tridente a una, la menos eficaz, el equipo pagó las valiosas pérdidas con la inoperancia más absoluta. Coleccionó remates de todas las facturas, pero no encontró el hueco por donde enviar la pelota a la red entre la muchedumbre que se apelotonó en el área de Kameni cuando al final se reunieron los que defendían y los que atacaban. Sin tridente no hubo goles, por primera vez en la temporada. No era la primera vez, sin embargo, que se escapaban puntos del Camp Nou: el Alavés y el Atlético profanaron antes el feudo culé.

LEJOS DE LOS TITULARES / Arda y Alcácer cubrieron las bajas de Messi y Suárez y demostraron lo lejos que andan de los titulares. Otra oportunidad desperdiciaron ambos para postularse como recambios de garantías, lo que bendice la aprensión de Luis Enrique en darles bola. O tal vez sea esa contrastada falta de confianza del técnico lo que les impide demostrar las razones que empujaron a sus caros fichajes.

Entre los dos delanteros sumaron un remate. Bagaje indefendible desde cualquier punto de vista. Arda no aportó iniciativas y dejó para el inventario otra actuación impropia de su categoría, no ya de su precio. Alcácer va con la cabeza agachada. No llegó a tocar ni veinte balones en todo el partido. Ni una triste bola le cayó para rematar, aunque en ello tuvo que ver también su nula capacidad para interpretar la función que le corresponde: ser delantero no es lo mismo que serlo del Barça. Piqué creó más peligro (marcó un gol mal anulado y provocó un penalti no señalado) que Alcácer cuando ejerció de delantero centro, dejándole en muy mal lugar.