Nos situamos en el día 13 de mayo del 2006. El Alavés ponía fin a una esperpéntica temporada con el descenso a 2ª A. El banquillo estaba ocupado por un hombre prudente, dócil, bien domado. Nadie le recriminó nada. Mario Luna había sido el cuarto técnico del club esa temporada. Comenzó --es un decir-- Rafa Monfort, una persona joven, preparada e independiente, cesado antes de que comenzara la Liga. Ahora trabaja en el Real Madrid. Luego fue el inevitable Chuchi Cos el que --también es un decir-- tomó las riendas. El siguiente de la lista fue Juan Carlos Oliva que, al ser coaccionado sobre la alineación que jugó en el Santiago Bernabéu, no transigió y el amo le puso de patitas en la calle.

Fue entonces cuando llegó Mario Luna, cuya presentación dejó bien clara su personalidad. Dmitry Piterman, ante los periodistas, aseveró que el argentino venía a entrenar al equipo, pero ni a hacer la estrategia ni los cambios, y que su filosofía no iba a contar para nada.

El lío de la Liga 2006/07

Lo de esta temporada, más o menos, ya lo conoce todo el mundo. El primer inquilino del banquillo fue Julio Bañuelos. Duró dos partidos. En el tercero ya no era entrenador. Al parecer, en la alineación de la segunda jornada aparecieron jugadores que el dueño había vetado, al denunciar las deudas del club. Oficialmente, se pactó un relevo consensuado.

El cambio no fue traumático, ya que volvió a entrar en escena Cos --el inevitable--, en un nuevo servicio al club. Pero la afición del Alavés volvió a decir basta, esta vez con inusitada contundencia. Tanta que, en el partido ante el Ciudad de Murcia en Mendizorroza, llegaron a tirar sillas y acabaron por ocasionar destrozos en el banquillo local. Cos, ante el peligroso cariz que tomaron los acontecimientos, tuvo que abandonar el estadio sin concluir el encuentro y refugiarse en un hotel. Tres semanas más tarde dejaba el puesto.

Sorprendió el nombre de su sustituto, Fabri González, un tipo de carácter peculiar y poco transigente. Fabri tragó durante algunas semanas. El esperpento alcanzó su punto mas álgido en el partido ante el Vecindario, cuando Piterman le destituyó un par de horas antes, para reponerlo a la hora del partido. Días después, Fabri se marchó. Tras su marcha, Piterman aseguró que iba a buscar un técnico de perfil bajo. Todos entendieron su mensaje. ¿Quién sería el enésimo títere del teatro de Piterman? Y apareció Luna. Sorpresa y asombro inicial, aunque la designación era la más lógica. Un perfil muy bajo, docilidad, servidumbre, poca personalidad... Luna respondía a todas esas señas de identidad.

Pero, conozcamos un poco mejor a este hombre. Mario Benito Luna Sarmiento (19-10-58, Córdoba, Argentina), fue un ariete con cierto nombre. Jugó en Colón, All Boys y Estudiantes. A España llegó en 1981, a un Valladolid en el que no pudo debutar oficialmente. Luego jugó en el Palencia, Tenerife y Maspalomas, finalizando su carrera en el Baza, en Preferente. Antes de firmar por el Valladolid, Luna jugó en EEUU con el Washington Diplomats, junto a Johan Cruyff.

Como entrenador, tras varias experiencias en equipos menores, intentó una aventura en Emiratos Árabes, en el Al Khaleej. Y llegó al Alavés, donde ejercía desde una cabina de radio en los partidos de Vitoria, trabajando con un sistema fotográfico con el que analizaba al equipo de Piterman. Ahora, como el propietario del club tiene problemas para encontrar lacayos de garantías, regresa el dócil Mario Luna. Y es que más vale malo conocido,que bueno por conocer. Sobre todo teniendo en cuenta cómo está el servicio en los últimos tiempos.