Actualmente estamos inmersos en una dinámica social en la que se fomenta la inmediatez. El resultado rápido y en muchas ocasiones filosofías sin esfuerzo para conseguir resultados.

Por ejemplo: adelgaza en 2 semanas, aparatos físicos que mientras estás leyendo tranquilamente en casa convierten tus abdominales en una tableta de chocolate, pastillas milagro recuperadoras…

El deporte, sin embargo, no entiende de esta metodología sin esfuerzo, de milagros en 48 horas o de resultados mágicos. Al contrario cualquier disciplina deportiva, y más el atletismo, requiere de muchos años de constancia, esfuerzo, sacrificio, dedicación y compromiso. Sin estos elementos, es aventurable que un runner no conseguirá sus propósitos y metas. El entrenamiento y la preparación mental, al igual que la física, se puede dividir en dos elementos interrelacionados e inseparables: físico e invisible.

El primero de ellos requiere de un compromiso firme por parte del atleta para: cumplir diariamente el plan de entrenamiento; ejecutar cada entrene con plena conciencia, concentración y atención; fuerza de voluntad para realizar cada entrenamiento con la calidad exigida, estar inmersos en él y encontrar las sensaciones corporales adecuadas; realizar sesiones muy largas y exigentes, e incluso doblajes; y al calzarse las zapatillas, vencer en ocasiones a la pereza, los pensamientos negativos que puedan aflorar y el estrés que supone en muchas ocasiones la conciliación de la práctica deportiva con la vida laboral y/o familiar.

Por todo ello, es fundamental su firme compromiso y su motivación, para ser conscientes de que el trabajo continuado y el sacrificio traerán su recompensa y con ello la satisfacción personal de haber cumplido un propósito; su propósito. La ilusión es la mejor compañera de viaje del runner, ya que con esta todo es posible y cualquier obstáculo se convierte en sorteable.

En cuanto al entrenamiento invisible, es aquel que no se ve, pero es el complemento indivisible del entrenamiento físico. El compromiso firme del atleta hará que el deportista sea consciente de la importancia de una correcta higiene de vida: nutrición adecuada, hidratación, suplementación (siempre que esté prescrita), masajes, estiramientos, descanso, respetar las horas de sueño, rutinas, hábitos saludables y en muchas ocasiones renunciar a actividades de ocio nocturno, actividades que puedan suponer un riesgo de lesión…

Todos estos elementos no significan convertir al runner en un esclavo de su disciplina, sino el ser conscientes de que la herramienta de trabajo del deportista es su cuerpo y su mente, y por ello debe cuidarlos y mimarlos.

Las fortalezas y debilidades mentales son un pilar fundamental a trabajar entre el psicólogo deportivo y el runner, para unido al compromiso, la motivación y la ilusión, hacer que el runner disfrute de la práctica de su disciplina. Además es importante equilibrar la balanza entre lo que se da y a lo que se siente que se renuncia, pues si el deportista comienza a sentir que está renunciando a más cosas que las que le aporta la práctica deportiva, dejará de disfrutar de ella.

Como comentábamos al principio, el atletismo no entiende de milagros, así que el único secreto para conseguir los objetivos y éxitos esperados es trabajo, trabajo y más trabajo.

Si tienes un sueño, tienes que protegerlo y trabajar para él, con esfuerzo, trabajo, sacrificio y constancia puedes conseguirlo. Porque… “A veces los sueños se cumplen” (Ruth Beitia en los Juegos Olímpicos de Río 2016, tras ganar su primera medalla olímpica en altura a los 37 años).

*Psicóloga Deportiva

twitter: @mvallsbarbera