La empatitis aguda atacó de nuevo al Villarreal CF. El cuarto empate consecutivo en LaLiga, y ya son 12 de 22 partidos, una estadística que no se corresponde a un equipo con aspiraciones de pelear por esa cuarta plaza que da billete Champions. Las numerosas bajas han mermado la posibilidad de efectuar rotaciones y ello también ha redundado en cansancio y, por ende, en los resultados. El Elche, que pelea por el descenso, le remontó un 0-2 a un conjunto con aspiraciones europeas, cuando parecía que el partido estaba resuelto.

Al Submarino le cuesta demasiado ganar partidos. Es el rey del empate de LaLiga, y eso que solo ha perdido dos encuentros y un tercero en la Copa, en el último minuto de la prórroga. No es un problema de juego, ideario futbolístico, solidez o equilibrio. Sí de rematar los partidos cuando los tiene de cara. Existía añoranza de Gerard Moreno. Emery pudo alinear a la dupla Alcácer-Gerard que no formaba en el once desde, precisamente, el partido ante los ilicitanos en La Cerámica. Y su reaparición le dio mucha vida. Alcácer fue mucho mejor jugador con el 7 a su lado. Se entendieron a las mil maravillas y generaron hasta cinco ocasiones claras de gol. El técnico no dosificó esfuerzos. Jugaron casi los mismos, dentro de un 4-4-2 de partida, porque no tenía mucho para elegir.

El Villarreal apostó por la cocción lenta del juego. Un ritmo más pausado, pero con autoridad en el control del balón. El Elche defendió más arriba que en la ida. Pero el factor diferencial fue Gerard. El fútbol tiene unas leyes naturales. Los porteros están para salvar goles. Los defensas para impedir que los delanteros metan goles. Los centrocampistas son el termostato, porque regulan ataque y defensa. Los delanteros están para marcar. Y luego está Gerard Moreno. En su DNI pone delantero, pero es capaz de defender como un defensa más, hacer kilómetro, dar asistencias y armar el juego como el centrocampista más talentoso... y marca goles. Ya lleva 12. Con Gerard en el campo, el Villarreal, menos brillante que en otros partidos, se puso por delante con un 0-2 que auguraba una victoria fácil en el minuto 35. El primero con Trigueros como cerebro con un pase interior sobre Alcácer que habilitó al 7 groguet, quien exhibió su lucidez en la definición. El segundo, tras una arrancada de Moi desde su campo. Gerard le puso la guinda con un zurdazo que murió en la red. Al descanso se llegó con una ventaja nítida, que pudo ser mayor si Alcácer hubiera estado más preciso en las dos oportunidades tan claras que le sirvieron Gerard y Trigueros. La lesión de Coquelin obligó a retocar el centro del campo con el comodín Foyth.

EL VILLARREAL BAJA EL PISTÓN

El 0-2 produjo un efecto relajante y de comodidad que fue letal. Y el Elche, el equipo menos goleador de LaLiga, consiguió en apenas 20 minutos una remontada que parecía utópica. Guido Carrillo, de cabeza ganándole la espalda a Albiol, acortaba distancias nada más reanudarse la segunda mitad. El cuadro ilicitano había tomado el control ante un rival que bajó su nivel de forma alarmante. Y un cuarto de hora más tarde, Boyé anotaba el 2-2. El Submarino estaba grogui. Esbozó una tímida reacción, pero sin Gerard en el campo, apenas se volvió a generar peligro. La segunda parte del Villarreal fue realmente decepcionante. Un amargo empate que aleja el territorio Champions.