Rosa Escribano se encuentra desde el pasado fin de semana, en la cima del heptatlón mundial. La atleta del Playas de Castellón batió el récord del mundo dentro de la categoría W-60 durante el Campeonato Autonómico de Cataluña. A sus 60 años, la experimentada deportista confiesa que el deporte ha tenido un papel decisivo en su vida, tanto en el plano deportivo como en el personal.

A principios del 2019 lograba el récord de España de 400 metros lisos (1.10 minutos), hace unos meses batió el de salto de longitud (4,47 metros) y este fin de semana quería seguir pulverizando todos los registros en el autonómico de Cambrils.

Marcas brillantes

La atleta castellonense, de 60 años, registró 13.97 segundos en 80 metros vallas, 1,37 metros en salto de altura, 9,86 metros en lanzamiento de peso, 31.21 segundos en 200 metros lisos, 4,36 metros en salto de longitud, 23,97 metros en lanzamiento de jabalina y 2.56 minutos en 800 metros lisos. De este modo, consiguió una magnífica puntuación total de 6.255 puntos, cumpliendo su objetivo y obteniendo así el récord del mundo en esta disciplina.

No obstante, además de ser todo un prodigio deportivamente, Rosa representa una maravillosa historia de superación. Durante los 35 años que estuvo trabajando de cartera en Correos, fue capaz de superar una tuberculosis y de luchar contra una durísima anemia crónica, demostrando que con ganas y esfuerzo se puede conseguir cualquier objetivo en la vida.

Tras asombrar al mundo consiguiendo romper todos los registros establecidos hasta el momento, la atleta no se considera ningún portento. «En estas edades nunca se sabe. Así que me dedico a vivir al día y a seguir mientras el cuerpo aguante», explica Escribano, quien cumple su primer año en la sección máster del Playas de Castellón.

Rosa destaca que su auténtica hazaña es «la ilusión» que encuentra al hacer atletismo. «De otra forma no imagino que hubiese llegado hasta aquí ni hubiese podido compaginarlo con mi trabajo. Hasta el 1 de enero, que me jubilé, he trabajado 35 años de cartera y, aunque me gustaba, no era un trabajo cómodo. Sobre todo en esos días de frío del invierno. De ahí que ahora, cuando me levanto y no tengo que cumplir ningún horario, me sienta en la gloria», admite. «A veces, tras tantos años levantándome a las seis de la mañana, me parece hasta mentira», confiesa Escribano.

Humildad y constancia

Respecto al hito de batir un récord mundial con más de medio siglo, Escribano no considera que sea un milagro. «Vivo normal, como normal… Creo que soy el producto de la constancia», señala la atleta.

Tras la consecución de este gran logro, asegura que no realizará cambios en su rutina y continuará entrenando de la misma forma que hasta ahora. «Mi entreno no va a cambiar, porque mis entrenamientos dependen de lo que me diga el cuerpo. A mi edad, nos conocemos demasiado bien», argumenta. De esta forma, la castellonense mantiene los pies en el suelo y asegura que seguirá compitiendo mientras que el físico le permita seguir rindiendo a un buen nivel.