Para conocer realmente lo que significa la frase Gol en Las Gaunas, hay que tener de 40 años para arriba. Por lo tanto, en lo que al albinegrismo se refiere, despierta los recuerdos de aquellos enfrentamientos contra el Logroñés de los años 80 y 90, dos equipos hermanados por el objetivo de subir a Primera o, una vez en la categoría reina, mantenerse. El sábado (18.15 horas), actualizará esos duelos, aunque ni es el mismo equipo ni el mismo estadio.

Empezamos por este último. El Nuevo Las Gaunas poco tiene que ver con aquel viejo estadio inaugurado en 1924 y que pese a las sucesivas remodelaciones, tenía ese aroma a campo inglés, en el que el ya desaparecido Club Deportivo Logroñés alcanzó las mayores cotas de su historia. Estuvo en uso hasta 2002, dejando su espacio a zonas verdes y residenciales, viendo cómo se transformaba su entorno y, al lado, emergía el nuevo Las Gaunas, escenario, incluso, de partidos de la selección española absoluta.

El estadio pasó a mejor vida, como el club. Aquel Club Deportivo Logroñés, que entre 1987 y 1997 se codeó con los mejores con jugadores como Anton Polster, Oleg Salenko, Quique Setién o el mítico Agustín Tato Abadía, fue languideciendo hasta desaparecer, en 2009, por motivos económicos. Su vacío provocó que, en esta última década, la Unión Deportiva Logroñés y la Sociedad Deportiva Logroñés peleasen por el legado, imponiéndose la apuesta, más profesional, de Félix Revuelta, quien compró la plaza del Club Deportivo Varea, de un barrio de la capital riojana, para devolverle el lustre, lo que consiguieron hace un par de meses, al imponerse al Castellón, por penaltis, en la eliminatoria entre campeones, en La Rosaleda.

No se le dio demasiado bien al Castellón aquellos encuentros con el CD Logroñés. De hecho, en su última visita (temporada 1991/1992) salió escaldado en los octavos de final de la Copa del Rey: 6-1 (cuatro tantos del mencionado Polster), haciendo inútil el 2-0 de Castalia. Un día que no habrá olvidado Antonio Manchado, actual delegado de equipo del Castellón, presente en la fría noche del 22 de enero de ese año olímpico.