El Villarreal está a un paso de hacer historia escribiendo un capítulo hasta ahora inédito, como sería llegar a una final que se encuentra a tan solo 180 minutos de materializarse, los 90 del próximo jueves en el Madrigal y otros tantos en Anfield, siete días después. Ante este panorama no es descabellado pensar en el riesgo de una posible falta de concentración ante la Real Sociedad, mañana en el Madrigal, aunque ayer Marcelino se mostraba convencido de que no será así.

Primero porque confía en la profesionalidad de un grupo que ha llevado a este Submarino a cotas inesperadas, “situado por delante de equipos que estaban destinados a estar por encima de nosotros en la Liga, como el Valencia o el Sevilla”, apunta el técnico. Y, segundo, porque el premio que se juega el Villarreal en la próxima jornada iguala en importancia al del sueño de estar el 18 de mayo en el estadio Saint Jakob Park de Basilea. Ni más ni menos que volver a disputar la Champions solo tres años de regresar a Primera División tras un traumático descenso.

“Es indudable que el runrún de la semifinal de la Europa League está ahí, pero la eliminatoria ante el Liverpool debe pasar a un lugar secundario hasta la final contra la Real Sociedad. Todos somos conscientes de lo que nos jugamos: el cuarto puesto”, argumenta Marcelino, que siente que con tres puntos más el Villarreal ya sería una pieza inalcanzable para sus perseguidores: el Sevilla --ahora a 11 puntos-- quedaría ya descartado; el Athletic --con el plus para los amarillos del goal average a favor-- y el Celta se mantendrían, como mínimo, a seis puntos, todo un mundo con solo nueve por jugarse y un enfrentamiento directo entre bilbaínos y vigueses de por medio. “Ganando a la Real no estaría matemáticamente conseguida la plaza de Champions, pero sí estaría muy cerca”, sostiene el entrenador groguet, que insiste una y otra vez en la trascendencia de los tres puntos que se ponen mañana en juego: “Estamos ante el encuentro que puede garantizarnos la cuarta plaza en la Liga después de 34 jornadas de esfuerzo y de remar y remar durante todo el año. Creo que es de un mérito increíble”.

APOYO EN LA GRADA // Con la certeza absoluta de que sus jugadores estarán a la altura de la importancia del enfrentamiento ante los donostiarras, Marcelino también espera que “todos entiendan que la cita es una final”, en un claro mensaje para una afición que también tendrá que poner sus cinco sentidos en la grada para ayudar a los suyos en los momentos de dificultad y de dudas, “que seguro que los habrá”. “Notar el apoyo de la afición es ya fundamental a estas alturas de la competición. El equipo llega cansado, cargado de partidos, castigado por las lesiones… en definitiva, necesitado de sumas. Tener a una grada detrás identificada con el equipo es un plus muy grande en estos momentos”, valora el técnico. La primera final está en Vila-real, no en Basilea. H