El Liverpool es imbatible en Anfield. Es el equipo más en forma de Inglaterra, probablemente de Europa, y la victoria contra el Manchester City (3-1) le da una ventaja a la cabeza de la liga de 8 puntos respecto al Leicester, segundo, y lo mantiene sin perder en el campeonato inglés después de 12 jornadas disputadas.

Fue una noche de tensión, un encuentro frenético en el césped de Anfield que hipnotizó y propulsó el equipo de Klopp, que no podría haber pedido más entrega. Decidieron las capacidades atléticas de los reds al contragolpe, desbordando en estampida, como unos animales hambrientos de gol, incontenibles para el exazulgrana Claudio Bravo y una defensa del Manchester City que echó de menos a los lesionados Laporte y Ederson. No hubo nombres propios en dos equipos que juegan de memoria.

A los 5 minutos el Liverpool ya había anotado un gol. Después de unas potenciales manos de Alexander-Arnold, se lanzaron al ataque y Fabinho rompió la red con un zapatazo brutal desde más de 30 metros. En el minuto 12 apareció Mohamed Salah para volver a marcar. Volvió a sorprender el VAR, que no revisó la acción ante un posible fuera de juego del egipcio. Antes del descanso, el palo rechazó una remate de Angeliño, sorpresa en el once del City. Camino al vestuario se pudo ver a un Guardiola furioso, encima del cuarto árbitro porque no intervino el VAR. Sus palabras levantaron el equipo, que salió con fuerzas renovadas. Pero el Liverpool no tuvo piedad y en la primera que fabricó en la reanudación volvió a castigar con un remate de Mané. A falta de 12 minutos, Bernardo Silva recortó diferencias. Saltó otra vez la polémica con unas visibles manos de Alexander-Arnold dentro del área, que tampoco consideró el colegiado. Acabado el encuentro, se acercó Pep al árbitro y le dijo: «Gracias, muchas gracias».