Mateo Musacchio entró en la Ciudad Deportiva seguro de sí mismo, con un esquema mental de todo lo que quería expresar en el momento de la despedida tras hacerse oficial su traspaso al Milan, a cambio de 18 millones de €. Pero el argentino solo aguantó 55 segundos antes de derrumbarse y dejar salir unas lágrimas que resumen mejor que sus palabras los sentimientos a la hora de dejar un Villarreal al que llegó «con solo 18 años». «Han sido muchos años, pero uno, no solo en el fútbol, busca crecer y nuevos desafíos», justificó.

El llanto, constante, apenas le dejó balbucear su agradecimiento al club que le trajo a Europa y del que se siente «un hincha más». «Es casi toda una vida la que llevo aquí», comentó el argentino, que vivió su momento más amargo como amarillo con el descenso a Segunda en el 2011, y el «más lindo» con el posterior regreso a Primera, un año después.