Dicen que un entrenador sufre mucho más cuando se ve obligado a ver un partido desde la grada que cuando está más cerca de la refriega deportiva, a ras de césped. Si es así, Javier Calleja pasaría ayer uno de sus peores momentos desde que es el encargado de dirigir el primer equipo del Villarreal. Seguiir el partido desde la tribuna era una experiencia nueva para él y no pudo disfrutarla con un partido cómodo para los suyos. Todo lo contrario. Derrota ante el penúltimo y pitada de parte de la grada al final. «Lo entiendo porque esta ha sido la derrota más dolorosa de la temporada. Nos han remontado un partido cuando teníamos la oportunidad de reengancharnos a la pelea por estar en la zona europea. A partir de ahora ya no tenemos margen de error», comentaba el madrileño, que ayer cedió el protagonismo en el banquillo a su segundo, Quique Álvarez.

Calleja resumía la derrota de ayer con las dos partes del encuentro. «En la primera no hemos aprovechado las ocasiones para irnos al descanso con más de un gol de ventaja; y en la segunda nada más empezar nos marcan el empate, reaccionamos y llega un desajuste que acaba con el penalti del 1-2. A partir de ahí todo ha sido precipitarnos, con nervios y demasiado corazón. Fuimos incapaces de alcanzar un empate, que era el mal menor», comentaba el preparador amarillo.

LA GRADA, EN CONTRA / Los gritos en contra de la continuidad del entrenador madrileño al frente del equipo los encajó Calleja con deportividad. «La gente es libre de expresarse. Se han ido descontentos y al final el culpable es siempre el entrenador», dijo el míster groguet, que entendía el clima de enfado en la recta final del encuentro de ayer en La Cerámica al volver a tropezar ante un rival que pelea por eludir el descenso. «Es normal que a la gente le duela sufrir tanto ante los de abajo. Nos han ganado [Celta, Espanyol y Leganés] y, además, aquí, en casa», comentaba Calleja, que deberá buscar «un giro» para que «cualquier golpe que sufrimos no nos afecte tanto». «Cualquier palo lo acusamos mucho, demasiado», recalca el técnico del Submarino, que echa en dfalta más contundencia para cerrar los partidos cuando estos transcurren de forma favorable: «Con el 1-0 tenemos que ir a por el segundo. No podemos especular ni perder la concentración. Tenemos que ser más ambiciosos».

Para Calleja, el problema del equipo de no saber rehacerse de los goles en contra es mental, una circunstancia de difícil explicación en una plantilla de «jugadores de suficiente experiencia para que no aparezca el nerviosismo». «Tras el primer gol del Leganés quedaba mucho tiempo. Veía más opciones del 2-1 que del 1-2, como al final ha sido», lamentó.

La otra cara de la moneda era Javier Aguirre. El mexicano encontró las herramientas necesarias para reactivar a su equipo tras irse por detrás en el marcador en el descanso, aunque el veterano técnico del Leganés no quiso desvelar su arenga. «En el descanso les dije cosas a los jugadores que no se pueden publicar; hay niños y no está bien hablar así», bromeó. Ya más en serio Aguirre dijo que apeló al orgullo de los suyos para levantar el resultado: «Apelas a los jugadores, a su hombría... y salió».