No pasó del empate el Peñíscola RehabMedic en un partido en el que la victoria era fundamental para distanciarse del Santiago Futsal (1-1). El encuentro tuvo una parte para cada equipo, aunque los locales fueron los que más insistieron en el tramo final.

A remolque comenzó el duelo el Peñíscola. Un saque de banda, en el minuto 2, de Álex Verdejo lo remató de primeras Hugo Sánchez, quien puso el 0-1. Acto seguido, los gallegos pudieron ampliar la renta en un mano a mano de Álex Diz al que solo le faltó encontrar portería.

Los azulones no estaban cómodos. No generaban peligro y Molina, además, tuvo que esforzarse para que su equipo no se fuera del partido. El aragonés despejó tres lanzamientos peligrosos de Catela y otro de Palmas. También sacó in extremis, sobre la línea, la franca ocasión de Álex Verdejo.

El Peñíscola logró beneficiarse de un error de Hugo Sánchez en el minuto 15. Terry cogió el balón y, en una jugada individual, se plantó en la frontal del área donde golpeó a la pelota haciéndola entrar, lamiendo el poste.

Antes de llegar al descanso, los peñiscolanos pudieron voltear el marcador en dos claras ocasiones. Iago Barro despejó un uno contra uno de Esteban en el 17’ y, a pocos segundos de la media parte, Hugo Sánchez puso el pie para despejar la pelota de Juan Emilio que se colaba en la meta.

Mucho mejor salió el Peñíscola tras el descanso. En el 23’ pudo marcar por partida doble en un remate de Juan Emilio delante de la portería que se fue arriba y en un disparo de Lucas Bolo desde la frontal al que solo le faltó conectar bien con el esférico.

Los visitantes mandaron un aviso en una doble ocasión de Antonio Diz que se tradujo en una doble parada de Molina. En el 34’, también evitó el portero local el gol de Álex Verdejo, sacando el brazo en el uno contra uno.

INSISTENCIA SIN PREMIO // En la recta final, la falta de puntería evitó que Orzáez marcara de tiro cruzado. Juan Emilio estrelló el balón a la madera, antes de que el propio jugador tuviera una clarísima a poco más de un minuto del final, pero Iago Barro puso un brazo salvador, a bocajarro.