Cuando Frank Castelló llegó a Castalia, el verano del 2016, ya era consciente de la maldición del banquillo. Tenía toda la pinta de que el bocairentí iba a romperlo, hasta que David Cruz le puso la ídem y se lo cargó, con alevosía, en Nochevieja. Ahora, Castelló pide la revancha.

Castalia ha sido una guillotina continua en los últimos tiempos. Ya no años, sino décadas. Desde los añorados recuerdos de Luiche, el hombre del último ascenso a Primera y de la penúltima temporada en la máxima categoría (88/89 y 89/90), el coliseo de la avenida Benicàssim ha asistido a un desfile continuo de técnicos.

Al Castellón le han podido las urgencias. Primero, el deseo de volver a la élite. Luego, el intento por evitar la caída a la Segunda B. Más tarde, las 11 interminables temporadas en la categoría de bronce. La vuelta a Segunda A, en la época de Castellnou2005, tampoco evitó que el Castellón fuera un trituradora de entrenadores. Después, los problemas económicos se sumaron a los deportivos y David Cruz agudizó la inestabilidad del banquillo orellut.

Así, los supervivientes, los que pueden presumir de haber iniciado y terminado un mismo ejercicio, son unos auténticos privilegiados. Desde Luiche, solo lo han conseguido tres entrenadores más: José Luis Oltra, Pepe Moré y Pedro Fernández Cuesta.

LOS PRIVILEGIADOS

El valenciano, ahora en el Granada, tiene el récord de haber estado dos campaña enteras (2002 al 2004, ganando más de la mitad de los partidos). ¿Por qué no siguió? Tras dos intentos fallidos de ascenso a Segunda A, no encontró la voluntad del club para que siguiese y aceptó enrolarse en el filial del Levante (Segunda B).

El entrenador barcelonés dejó una notable huella: salvó al equipo de un inminente regreso a Segunda B (05/06). Cumplió en el ejercicio siguiente con una salvación más desahogada y comenzó también en la 07/08, hasta que fue destituido en las Navidades, cuando su delicada salud ya le estaba pasando factura.

Cuesta fue el primer técnico de David Cruz, en aquel verano del 2012 donde se armó un proyecto de casa que, contra todo pronóstico, disputó la primera ronda de los play-off. Paradójicamente, el presidente se cargó a los artífices de ese milagro: el fuenlabreño y Pepe Heredia, secretario técnico.

Si había alguien predestinado a formar parte de esta reducida lista, ese era Castelló. Había enderezado el rumbo de un equipo acuciado por los graves problemas económicos y sumaba 16 jornadas sin conocer la derrota, pero el desenlace de esta historia ya es conocido por todos. Ahora, tiene ante sí una nueva oportunidad, lo cual no suele ser habitual en el mundo del fútbol.