Tiempos convulsos en el Barça. Tiempos complejos porque todo está bajo sospecha. Desde el juego del equipo, que recibió el sábado ante el Getafe un par de sonoras reprimendas del público, descontento con el estilo Setién, a pesar de que lo vincula con la época más gloriosa del club, hasta el despacho del presidente Josep Maria Bartomeu, cuya figura se ha erosionado mucho en el tramo final de su mandato.

Se erosionó tras la errática planificación deportiva que se ha llevado por delante a Valverde (no se veía un despido de un entrenador en el Camp Nou a mitad de temporada desde el 2003) unido, además, a la precariedad en la que vive la plantilla azulgrana, a poco más de una semana para que vuelva la Champions.

A Setién le quedan solo 15 jugadores porque el club no fichó ningún delantero en el mercado invernal, pese a la grave lesión de Luis Suárez. Todo fue a peor al confirmarse la fragilidad de Dembélé, que estará seis meses de baja tras ser operado esta pasada semana en Finlandia de su octava lesión muscular en apenas dos años y medio. Por eso, el técnico pide en privado y en público que le traigan ya un nueve, donde Ángel gana enteros para ser el elegido. «Sería de mucha ayuda que viniera un jugador», aseguró el cántabro tras ganar al Getafe.