Un punto sacó el Barça de San Mamés. Un punto que es una fortuna, en verdad, gracias a las prodigiosas manos de Ter Stegen, que aguantaron el cero del marcador. Aguantaron al equipo, demasiado cansado para poder ganar y que puede aplaudir el empate porque su portero evitó varios goles de los vascos.

Después de 23 años (1996), Athletic y Barça volvieron a igualar a cero y esa teórica mala noticia para los azulgranas puede considerarse buena. Estuvo cerca de irse de vacío, más próximo a la derrota que a la victoria. Intervino más Ter Stegen en su área que Messi en la otra, y ahí radicó la explicación. No estuvo fino el goleador; pletórico el portero.

El equipo de Valverde llegó al final de la cuesta de enero con la lengua fuera (tres empates consecutivos). La ventaja de 10 puntos sobre el Madrid se ha reducido a seis. En el decimoprimer partido en 35 días, tras cinco semanas con dos sesiones semanales, los azulgrana parecían pensar más en unas vacaciones que en coronar el brutal esfuerzo.

Reapareció Dembélé tras la lesión y entró por un Coutinho gris que pedía a gritos el relevo. Y para acabar, lío con el VAR. El árbitro pitó el final, pero desde la sala analizaron una caída de Semedo (sustituto del sancionado Jordi Alba) que quedó en nada.