En Palma estaban todos en alerta por el temporal menos el Valencia, que no cogió ni paraguas. Normal que le cayera encima la del pulpo: tres goles en la primera parte, un cuarto en la segunda y noventa minutos de ridículo. Una paliza de las que calan hasta los huesos. Para el Mallorca, que de la borrasca Gloria solo se llevó el nombre, el partido no tuvo nada de tormentoso. Con Salva Sevilla y Budimir al timón fue un paseo en barca. Para el Valencia, un Titanic. Y en la jornada en la que tenía una bala de oro para la Champions. Perdida, como todo el equipo, que se ha quedado clavado en el despegue.

Nada hacía sospechar que el Valencia, capaz de sortear mil y una adversidades, se iba a resquebrajar ahora. Todavía menos que fuese tan sencillo que eso ocurriera. En Son Moix es cierto que ya habían caído otros grandes, pero ninguno se fue al suelo tan rápido ni oponiendo tan poca resistencia. De golpe y porrazo el Valencia vuelve a ser irreconocible. De las certezas otra vez a las dudas. Las del sistema, porque lo mismo dio que se volviese al 4-4-2. Las de la portería, donde la única parada de Jaume fue con el banderín en alto. Las de Celades, que es ahora cuando parece nuevo. Las de la falta de actitud e intensidad, dos males que se daban por desterrados. Las de Rodrigo, en cuya ausencia Maxi y Gameiro tuvieron un estreno catastrófico juntos. Las de la defensa, donde sin Garay el balón se hizo bola. O las de Parejo, rigurosamente expulsado pero mucho más cómodo en el sofá de Broncano que ayer en el centro del campo.

como en la supercopa / Hay veces en las que la primera impresión es la que cuenta y la del Valencia fue premonitoria. A Jaume debió recorrerle por dentro un sudor frío con un centro chut a la red por fuera. Igual que en la Supercopa, y aunque el Mallorca no sea el Madrid, un error grosero iba a cambiarle el paso. Otra vez Jaume veía cómo el balón se paseaba por el área pequeña. Una jugada sin futuro. Parejo, al que esa amarilla le costaba el partido del Barça, hizo falta.Y en el saque la defensa dejó suelto a Raíllo, que cabeceó libre de marca a gol.

Parecía que peor, imposible. Craso error. Coquelin intentó salir del área con el balón al pie. El control se le fue y el Mallorca volvió a encontrarse con un gol casi sin querer. El equipo de Vicente Moreno se envalentonó y tras una triangulación en la frontal, Budimir anotó el tercero. Se confirmaba la borrasca.