Otra victoria de caché. El Villarreal pasó por encima del Getafe con ese mix de equipo aguerrido, que sabe jugar ese otro fútbol que le faltó durante el bache de resultados que le llevó a la parte baja de la tabla, pero también con ese talento individual que le sobra a sus futbolistas.

Atrás quedó el equipo blando, escasamente competitivo que solo pretendía vivir de su calidad, pero racaneando esfuerzo y siendo demasiado anárquico a la hora de defender. Más vale tarde que nunca, y esta es la única línea posible para ganar. El tanto de Moi Gómez sirvió para concluir el 2019 con una victoria que acorta distancias con la zona noble. Desde Mestalla, el Villarreal vuelve a ser el Villarreal.

Calleja ha encontrado un molde táctico que funciona y se ha aferrado a él. Incluso sin Cazorla, el Villarreal es capaz de ofrecer un fútbol de alto nivel como el que exhibió ante el Getafe, con Manu Trigueros asumiendo el rol de inspirador del juego de los amarillos. La primera premisa innegociable es defender bien y tener el equilibrio sobre el campo que se necesita para ganar.

La segunda, el orden colectivo que está posibilitando que al equipo de Calleja sus rivales le generen muy pocas ocasiones de gol y sufra poco. La tercera, el mayor ritmo e intensidad, unido a transiciones más rápidas en ataque. El Villarreal explotó muy bien la bandas, tanto por la ubicación de Samu Chukwueze y Moi más abiertos, como por las irrupciones de los laterales, sobre todo de Quintillà, especialmente inspirado y convertido en un extremo peligroso que hizo mucho daño al conjunto de Bordalás.

VOLVIÓ EL EQUILIBRIO / El Villarreal ha logrado mayor solidez con la presencia de tres mediocentros como Iborra, Trigueros y Anguissa, apoyados en el repliegue por Samu y Moi, y desplegados como dos puntas en ataque, acompañando a Gerard, delantero centro de referencia. Un 4-3-2-1 o un 4-3-3 según la posesión del balón. Este dibujo elástico y flexible le ha dado al Submarino ese balance perfecto que buscaba cuando defiende y cuando ataca... y sobre todo solidez y fiabilidad.

El gen competitivo y la actitud también suman. El talento y la calidad ya lo llevan los amarillos de serie, es innato a ellos, pero en el fútbol moderno no se puede vivir solo de la clase, también debe ir acompañado del esfuerzo.

Trigueros gestionaba el fútbol. El talaverano no solo ha recuperado su sitio en el once de Calleja, sino que lo ha hecho mejorando, incluso, sus momentos estelares de amarillo. Trabajo, inteligencia, visión y ese gen Villarreal que le caracteriza. Un ejemplo de cómo jugar a fútbol con esmoquin pero teniendo debajo de la chaqueta la ropa de currante. Si al talento de Trigueros, le acompaña la fuerza brutal y el despliegue de Anguissa --también el temple de Iborra-- todo junto suma un centro del campo que siempre fue dominante y marcó los tempos del partido.

El Villarreal dispuso de hasta cuatro ocasiones nítidas de gol. Dos remates de cabeza de Trigueros y Gerard (el último murió en el travesaño) y dos tiros casi a bocajarro de Gerard y Moi que se estrellaron en el cuerpo de David Soria. La superioridad era manifiesta, pero el equipo de Bordalás siempre es peligroso, aunque transmita la sensación de estar siendo superado como hizo el Villarreal con los azulones en La Cerámica. Al filo del descanso, Mata tuvo muy cerca el 0-1, pero su tiro se le fue por centímetros.

Tras la vuelta de vestuarios, el Villarreal siguió en su línea. Dominó sin cesar a un Getafe acorralado y totalmente desbordado... pero que seguía vivo. Hasta que la fuerza descomunal de Anguissa --se llevó por delante hasta tres rivales que no pudieron frenarle ni a las buenas ni a las malas-- permitió a Moi sacar partido de la acción y batió, por fin, a David Soria, con dedicatoria especial para Rubén Peña, ausente por un grave problema familiar. El 1-0 era tan justo como especialmente corto, porque la dictadura del Villarreal fue incontestable para los espectadores que se dieron cita en el coliseo amarillo.

PALO... Y EXPULSION /Al Getafe nunca hay que darlo por muerto. Y dispuso de su segunda oportunidad en el partido en un lanzamiento de Cucurella que se estrelló en el poste tras cabecear Cabrera, antes de quedarse con 10 por la expulsión de Oliveira que en apenas cinco minutos vio dos amarillas. Restaba media hora y el Villarreal sumaba un poco más de ventaja en el partido.

subidón antes del parón / No se conformó con el 1-0 el Submarino. Siguió peleando con cabeza, ambición y también con esa dosis de corazón necesaria para ganar. El Villarreal acaba el 2019 con sensaciones muy buenas. Y una vez más, ha sabido levantarse después de una profunda crisis de resultados que le tuvieron seis jornadas sin ganar. Ha salido reforzado y ha encarado la senda correcta para regresar a la zona europea con el Año Nuevo. Este equipo ahora no ofrece dudas.