El Banco de Francia anunció ayer que experimentará el año próximo con una moneda digital que podría servir de precedente al lanzamiento de una iniciativa de ese tipo a escala europea. Mientras tanto, el Banco Central Europeo (BCE) estudia la posibilidad de implantar alternativas a las criptomonedas como libra y bitcoin.

La idea que se ha planteado y que Francia ya ha puesto en su agenda, es una nueva moneda digital basada en criptografía, la citada CBDC, que aproveche las ventajas de blockchain y la reducción de costes aparejados al dinero digital, pero sin perder el control y la transparencia de las operaciones financieras convencionales.

De aquí al final del primer trimestre del 2020 se pondrá en marcha en Francia una convocatoria de proyectos con la intención de experimentar en el campo de las CBDC en operaciones innovadoras de intercambio y de pago de activos entre actores del sector financiero; por tanto, de carácter «mayorista».

Villeroy de Galhau identificó tres objetivos. El primero es garantizar a los ciudadanos el acceso a una moneda digital del banco central para preservar la confianza en el sistema al dar la posibilidad de canjear esos activos en una moneda de curso legal. Los otros dos serían la reducción de los costes de intermediación y «disponer de un mecanismo poderoso de afirmación de soberanía frente a iniciativas privadas como libra». Francia es el primer Estado europeo que ha aplicado las recomendaciones del BCE.

Las monedas digitales del BCE funcionarían igual que las criptomonedas, pero serían el mismo BCE o los bancos centrales los que controlarían su emisión y su precio. Esto implica que no se podrían minar, camuflar o esconder al propietario. Además, la emisión de criptomonedas no estaría al margen de las políticas monetarias del BCE y complementarían sus estrategias de liquidez generales. Tendría un valor asociado al euro y serviría como moneda de curso legal, pero no como inversión especulativa.