En una escala del 0 al 9, las empresas familiares otorgan a la situación económica un 5,64, peor que un año atrás (6,39). Así lo han manifestado los participantes en la asamblea anual del Instituto de la Empresa Familiar (IEF), reunidos en Madrid.

Francisco J. Riberas, presidente del lobi que agrupa a un centenar de las principales compañías controladas por parientes, sin manifestar sus preferencias ha reclamado tras el encuentro un gobierno «rápido» y «estable». Después de su intervención en la asamblea ha afirmado que, «por prudencia», es el momento de tomar las medidas necesarias para apuntar el crecimiento.

En una línea similar, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, que también ha intervenido en la reunión y ha previsto una moderación del crecimiento en los próximos años, ha afirmado que resulta esencial la mejora de la productividad, lo que requiere estructurales.

En este sentido, Hernández de Cos ha asegurado que ahora es el momento de combatir desequilibrios como un déficit público estructural, «que casi no se ha reducido en los últimos cuatro años». A su juicio habría que aprovechar estos años para reducir esta variable y disponer de más margen de política fiscal por si finalmente la desaceleración fuera más pronunciada.

Lo cierto es que no reina el pesimismo entre los empresarios, pero tampoco la euforia. «Hay más desaceleración de la que reflejan los datos, según los movimientos que se producen en los mercados», ha explicado Riberas. Eso, ha añadido, no quiere decir que se entre en recesión, pero sí en un periodo de menor crecimiento.

Casi la mitad de los empresarios que han contestado a la encuesta del IEF considera que se producirá un crecimiento «moderado» a medio y largo plazo «con una limitada creación neta de empleo». El presidente del IEF ha insistido en el «elevado nivel de incertidumbre» que acecha a la economía. Ha demandado a los políticos que «se esfuercen en dialogar y alcanzar consensos» para tomar decisiones de Estado.