49.000 miembros de United Auto Workers (UAW), el mayor sindicato de trabajadores del motor, comenzaron ayer un paro nacional después de que fracasara la negociación del convenio colectivo que renuevan cada cuatro años. Es la primera huelga en GM desde 2007, cuando pararon durante tres días los 73.000 trabajadores sindicados entonces, y aunque por la mañana se reiniciaban las conversaciones, la brecha sigue siendo kilométrica.

Las demandas del sindicato incluyen mejoras salariales, reapertura de plantas cerradas, creación de empleo y eliminación o reducción de las diferencias salariales entre trabajadores veteranos y los más recientes. La compañía, por su parte, quiere que sus empleados asuman más parte del coste de sus prestaciones sanitarias así como incrementar productividad y flexibilidad.

El sector sufre el debilitamiento en las ventas de muchos modelos tradicionales mientras crecen alternativas como los coches eléctricos o sin conductor. A pesar de todo, GM sigue teniendo grandes beneficios (8.100 millones de dólares después de impuestos el año pasado). Esta huelga constata el resurgimiento del activismo laboral en EEUU.