Si las elecciones del pasado 28 de abril supusieron la irrupción de Vox en el panorama político, los comicios del pasado domingo sirvieron a la extrema derecha para consolidarse y para lograr más fuerza hasta el punto de que, esta vez sí, logró un escaño por Castellón que ocupará Alberto Asarta, un militar retirado sin experiencia política, natural de Zaragoza y residente en Vila-real. El 18,8% del apoyo cosechado en la provincia son casi cuatro puntos más que el logrado en el conjunto de España, donde se quedó en el 15,1%.

Cabalgando a lomos del descontento por Cataluña, la formación liderada por Santiago Abascal logró el domingo unos resultados históricos en toda España, pero especialmente en Castellón, donde con 54.700 votos se situó en una cómoda tercera plaza, solo por detrás del PSOE y de un PP que sigue teniendo mucha competencia por su derecha pese al descalabro de Ciudadanos. A Vox y los populares solo les separaron 15.000 votos y la ultraderecha fue segunda fuerza política en municipios como Almassora, Orpesa, Borriol, Betxí o Peñíscola, en este último caso con el PP en primera posición. Además, la ultraderecha venció en Caudiel (más información en la página 18).

CATALUÑA COMO PALANCA // Los motivos del apoyo de los castellonenses a Vox son variados, pero Asarta aseguró que durante la campaña han percibido un «hartazgo» con la política convencional, y que ello puede haberles impulsado. En cuanto a Cataluña, el hecho de que Castellón linde con esta autonomía también ha podido provocar que el conflicto, en el que la ultraderecha tiene una postura de rechazo al diálogo con los independentistas, sea percibido como una amenaza mayor que en otras regiones.

Además, el éxito también se puede deber a una estrategia de campaña dual, con una cierta moderación del discurso público para evitar ser vistos como el «demonio», en palabras de Asarta, y una actitud más agresiva en redes sociales. En este espacio han sido capaces de atraer a muchos jóvenes que votaban por primera vez.

A pesar de la alegría que no ocultaba Asarta ayer, la historia política reciente en la provincia evidencia que tan difícil es llegar como mantenerse. O incluso más. El mejor ejemplo es Ciudadanos, que el domingo perdió más de la mitad de los votos logrados en abril y su candidata, Sandra Julià, se quedó sin representación.

El problema al que se enfrenta el partido lo evidenció el propio Abascal cuando, durante el mítin que dio en la capital de la Plana en campaña, reconoció que Vox apenas reunía a unos 40 militantes en Castellón «hace cuatro o cinco años». Esta anécdota evidencia que Vox es un partido que ha crecido de forma fulgurante en la provincia bajo el paraguas de una marca potente pero sin estructura ni cuadros con experiencia.

Estas carencias provocarán que en Vox se haga necesario mantener, en los próximos años, las filas prietas para evitar diferencias internas como las que han sufrido Cs o Podemos en la provincia. De hecho, el partido derechista ya ha perdido a uno de sus diputados por Castellón en Les Corts, David Muñoz, que dimitió por «motivos personales» en agosto.

¿PROYECTO MUNICIPALISTA? // De la capacidad que tenga el partido de mantener la cohesión dependerá, en buena medida, su consolidación como opción política en el medio plazo. Sin ser ni mucho menos extrapolable el resultado, si Vox fuera capaz de acercarse al apoyo obtenido el domingo en unas municipales podría alterar el mapa político de ciudades muy importantes. Así, en la capital de la Plana fue el importante crecimiento del partido de Abascal el que permitió que el bloque de la derecha superara a la izquierda en votos (41.921 por 40.910).