Sin ánimo ni deseo de ser impertinente y, al revés, con el máximo respeto hacia las minorías que son usadas por los caballeros andantes que chupan cámara, que dirigen las ONG o las asociaciones que los representan o lo políticos que los usan, me pregunto si, como yo, la mayor parte de la gente no está saciada de la visibilidad de toda una tropa de gente, circunstancias, emociones, dolores, reclamaciones, exigencias, justas o excesivas, que en los medios de comunicación y en las actividades, «de cara a la galería», de los partidos políticos, aparecen constantemente.

Inmigrantes y demandantes de refugio político, violencia de género que se ejerce, especialmente contra mujeres a las que se maltrata, minutos de silencio o manifestaciones de condena, sufrientes pacientes de enfermedades raras, niños con uno u otro síndrome, mujeres musulmanas que orgullosa y voluntariamente desean manifestar su fe mediante el uso de prendas que para ellas son una manifestación exterior de la misma.

Todo ello «carnaza» que se tira en el mar del día a día, en el que los medios y los políticos pescan noticias; estrategias egoístas de mayores ventas para unos, o de que les permita estar más en el «candelero» a otros.

Todavía recuerdo lo peyorativo que significaba tildar a un medio de comunicación como que era parecido a El Caso (antiguo periódico especializado en la información sobre delitos y desastres o accidentes). Pero es que ahora cualquier noticiario de televisión es un Caso corregido y aumentado, y casi tanto sucede con los medios impresos o escritos.

Las noticias positivas o proactivas no merecen suficiente atención, solo es llamativo lo negativo o reactivo y los medios están sometidos a lo que creen que es la ley de conseguir el mayor share posible, la mayor difusión.

No sé si somos muchos los que, como yo, ya no se interesan tanto como antaño por los noticiarios y suelen dejar de verlos. Es verdad que la noticia inmediata llega por las redes sociales y ya no necesitas esperar a ver el telediario o a leer el periódico para estar informado. Pero lo cierto es que estos se regodean más y más en ello, en el morbo (perdón, la noticia). Y curiosamente, la mayor parte de la información gráfica y escrita que se da no representa a la mayoría de los ciudadanos, porque son caucásicos y no son ni magrebíes, ni negros, ni hispanoamericanos; porque no tienen enfermedades raras, ni son LGTBs; no tienen disforia de género, no tienen necesidad de cambio legal ni quirúrgico de sexo, ni tampoco son mujeres maltratadas, o miembros de alguna minoría. Pero ahí va la noticia, por el... no me atrevo a repetirlo, pero sí, por el morbo.

Las estrategias políticas se convierten en cuestión de hablar de justicia, de maniobrar para que no se pueda olvidar, o no se pueda perdonar o no tener vivamente presentes, las acciones de los asesinos terroristas. Se trata de continuar con la ley del talión o, al menos, de evitar el perdón, de mantener viva la herida, porque así se tienen armas, legítimas y justas armas, lógicas y morales, para continuar las propias estrategias. Esto no es correcto ni moralmente justo.

Esas minorías, víctimas, están siendo usadas para beneficio de los que desacreditan el oficio de caballero andante que desface entuertos y venga agravios que tan bien describió Cervantes. Y lo hizo bien, muy bien, porque Don Quijote no se aprovechaba de aquellos a quienes ayudaba.

YA SÉ y lo reconozco, que el problema propio, aunque solo sea mío, de una sola persona es lo más importante para uno. Por eso, respeto las acciones que el gobierno haga, no las manifestaciones verbales o posturales. Respeto lo que cualquiera haga para conseguir la solución del problema que cada uno tenga, para resolver los problemas vitales y facilitar las cosas a esas minorías a las que me he referido y a otras que he preterido. Pero son una minoría.

Por el contrario, la mayoría de los ciudadanos son personas caucásicas, nominalmente cristianos, culturalmente occidentales, con los problemas de cada día, del trabajo, de las relaciones personales, de amistad o familiares, de llegar a fin de mes y de cubrir las necesidades. Y son nacidos en España.

Esos son los que representan la mayoría y esos, tienen poca visibilidad. En resumen, solo me quejo de la poca visibilidad de unos y del exceso de la de otros.

*Doctor en Derecho