El domingo después de la Navidad celebramos la Fiesta de la Sagrada Familia y la Jornada por la Familia. Porque fue en el seno de una familia, la Familia de Nazaret, donde fue acogido con gozo, nació y creció Jesús, el Hijo de Dios, hecho hombre. La sagrada familia es un hogar en el que todos viven el designio amoroso de Dios para con cada uno de ellos: José, el de esposo-padre; María, el de esposa-madre; y Jesús, el del Hijo, enviado para salvar a los hombres. La familia de Nazaret es una escuela de amor recíproco, de acogida y de respeto, de diálogo y de comprensión mutua.

La sagrada familia es el modelo donde todas las familias cristianas pueden encontrar luz para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Siguiendo sus huellas, este Año de la Misericordia estamos llamados a hacer de cada familia, un hogar de la misericordia.

El papa Francisco, en sus encuentros con las familias, estimula siempre a mirar con esperanza el propio futuro y recomienda tres cosas: pedir permiso, agradecer y pedir perdón, sin dejar nunca de pedir perdón antes de acostarse por un litigio o una incomprensión. El verdadero amor matrimonial y familiar se construye desde el perdonar y el ser perdonado.

En el perdón mutuo, los miembros de la familia llevan unos las cargas de los otros. La misericordia, la disposición a perdonar y ser perdonado, edifica al matrimonio cuando arrecian las dificultades. Ante una mentalidad que tiende a la ruptura ante la primera dificultad, el camino de la misericordia es un camino que invita a perdonar, a pedir perdón, a agradecer, a dar una nueva oportunidad, a reconocer que todos somos débiles y pecadores y que todos necesitamos el perdón de Dios. Hagamos de nuestras familias un hogar de la misericordia. H

*Obispo de Segorbe-Castellón