“Las primeras semanas tras el decreto del estado de alarma hubo bastante lío en la farmacia, al igual que en los supermercados, pero luego ha ido bajando el volumen de trabajo y ya está más normalizada la situación”, asegura irene Tarragón, farmacéutica adjunta de la Farmacia Asunción Vicente (avenida de Valencia, 108, Castelló). Lo que más han acusado estos días son las “nuevas reglas de juego”. “Los protocolos han cambiado y es por ello que vamos protegidos con mascarillas y guantes, hemos instalado una mampara para estar separados de los clientes y hemos puesto líneas en el suelo y carteles para que se mantengan las distancias de separación recomendadas. Desinfectamos cada vez que hay un cliente el datafono, el mostrador… e intentamos tocar lo mínimo posible”, dice Tarragón, quien añade que “también hemos instaurado el reparto a domicilio y así podemos ayudar a las personas que no se pueden acercar hasta aquí”. Las farmacias tienen que estar al pie del cañón porque “somos una primera barrera con los enfermos, ya que por aquí viene gente con síntomas leves, a los que les explicamos el protocolo a seguir antes de ir al centro de salud o a Urgencias para no colapsar”. Además, “más que miedo a contagiarnos, tenemos miedo de caer enfermos y tener que cerrar la farmacia y, sobre todo, nos preocupamos por nuestras familias”, finaliza.