N ada podía ser igual y no lo fue. El covid que ha cambiado el mundo también cambió una celebración tan asentada como la del 12 de Octubre, la Fiesta Nacional. La de ayer no tuvo lugar en el paseo de la Castellana de Madrid, sino en la plaza de la Armería del Palacio Real. Sin largo desfile militar, sin recepción, sin corrillos con los periodistas. Era un 12-O atípico, insólito, condensado en una ceremonia de menos de una hora presidida por los Reyes y en la que se coló, desde la calle, el murmullo casi continuo de los abucheos contra el Gobierno y los vivas a Felipe VI.

El lema elegido para este 12-O era El esfuerzo que nos une, en recuerdo de la lucha de todos contra la pandemia, pero el breve y extraño acto de este año dejó al descubierto la tensión política y la crisis institucional. Desde el frío –gélido– saludo que se dispensaron el presidente Pedro Sánchez y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, apenas tres días después de la declaración de la alarma en Madrid hasta el casi imperceptible cabeceo con el que los ministros de Unidas Podemos –era el estreno de los morados en un 12-O, y el primero en el poder–, salvo un más efusivo Manuel Castells, recibieron al Rey.

Los Reyes y sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, aterrizaron a las 12. Tras los honores, saludaron al Gobierno casi en pleno, con la única ausencia de Arancha González Laya (Exteriores).

Pablo Iglesias, con una mascarilla en defensa de la sanidad pública, movió ligeramente la cabeza, como hicieron sus compañeros morados del Gabinete. Él y el ministro Alberto Garzón habían cuestionado la neutralidad de la Monarquía. Más efusivos fueron el presidente y los ministros socialistas.

El acto, que concluyó con un mínimo desfile terrestre y la Patrulla Águila pintando el cielo con los colores de la bandera de España, contó con la participación de los colectivos civiles que luchan con la pandemia, a los que se homenajeó. El Rey condecoró a seis miembros de las Fuerzas Armadas en representación de todo el personal militar que trabajó en la operación Balmis en la primera ola del coronavirus. El acto iba llegando a su fin. A las 12.45, ya todo había concluido.

Aunque la banda sonora no deseada, hasta el final, fueron los continuos gritos de «¡Sánchez, dimisión!» y vivas al Rey que se escuchaban desde la calle.

Concluida la ceremonia, se supo la fecha de la moción de censura de Vox elegida por la jefa del Congreso, Meritxell Batet: será el 21 y 22 de octubre. No triunfará, pero servirá para visibilizar la crispación irrespirable. H