Es casi una tradición en los ambientes ultraderechistas de Madrid. Crecida durante los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero, simpatizantes de la extrema derecha suelen aprovechar el desfile de la Fiesta Nacional del 12 de octubre para desahogarse contra el presidente del Gobierno de turno. Lo cierto es que resultaba muy difícil encontrar una bandera franquista entre los miles de ciudadanos congregados en el Paseo de la Castellana. Pero sí que había una, grande y sujeta por un joven zurdo con gorra militar que se colocó frente a la tribuna de autoridades y junto a la de los familiares de los soldados que desfilaban.

Apenas una veintena escasa de personas junto a él formaban el grupo más radical. El grupillo franquista tenía un megáfono no demasiado potente para intentar hacerse oír. Se arrancaron a cantar el Cara al Sol pero no tuvieron eco. Luego, comenzaron a insultar al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, al que llamaron «Perro Sánchez», «profanador de tumbas» y otras lindezas.

Lograron cierto eco en los pitidos con los que fue recibido Sánchez, pero pareció que el volumen era inferior al del año anterior y a los de algunos desfiles presididos por Zapatero. Eso sí, su bandera y su ruido hicieron que el público se separara de ellos. Los ultras no tuvieron éxito. Desde la tribuna de los familiares les mandaron callar. El desfile transcurrió sin incidentes, más allá del susto del cabo paracadista que llevaba la gran bandera de España y chocó con una farola.