El último estudio, del 2017, cifraba en 152 las fosas existentes en la provincia, de ellas 86, catalogadas e investigadas. Ahora, se calcula que hay entre 15 y 20 más que faltaría por cotejar con detalle.

La labor de búsqueda y recuperación la inicia bien el Estado, en base a una especial utilidad pública, o a raíz de la petición de las familias. En Castelló el Ayuntamiento financió las exhumaciones en el cementerio, que han permitido recuperar 18 cuerpos en la segunda fase. La primera se hizo en Segorbe con la subvención del Ministerio de Presidencia en la época de Zapatero. En Borriol fue posible gracias al primer crowfounding aplicado a estas acciones. «Estábamos en Borriol buscando a dos fusilados republicanos pero no los encontramos. En su lugar, hallamos 72 soldados franquistas. Ni una sola familia reclamó el cuerpo. A esta hay que sumar otras en Bejís, en la Peña Juliana pendiente del análisis de ADN», indica el coordinador del Grupo Recuperación de la Memoria Histórica, Matías Alonso, quien añade: «Es como buscar una aguja en un pajar porque hay que esperar a que aparezca un familiar para cotejar el perfil genético. Hay tanta gente tirada por los campos aún y en muy malas condiciones, porque se les castigó a pudrirse en superficie, ni siquiera se enterró a los que morían allí. Están muy dañados»,

Porcar indica que los vencedores de la guerra se encargaron a posteriori de sacar los cuerpos de sus soldados de las trincheras y llevarlos al cementerio más próximo. Sin embargo, cuando los franquistas ocuparon el territorio, no se centraron en llevar a los republicanos, salvo excepciones. Muchos hicieron fosas en la montaña y se quedaron allí, por eso los que aparecen en el campo son republicanos y los de cementerios, franquistas», añade.