«Si quieres resultados diferentes, haz cosas diferentes». Esta máxima es la que Miquel Iceta ha seguido cara a unos comicios convertidos en su reválida. Tras salvar, a golpe de baile, los muebles el 27-S del 2015, el socialista busca que, como señalan todas las encuestas, el PSC mejore nota en votos y escaños por primera vez desde 1999. Asentado en el antiidependentismo, la campaña ha gravitado sobre la figura del candidato, con su apuesta por convertir al PSC en el nuevo «catalanismo moderado». Para ocupar ese espacio, que sustentó la hegemonía de CiU antes de empezar la senda independentista, no ha dudado en aliarse con Units per Avançar, los herederos de Unió. Una jugada con la que no solo busca los 100.000 votos que quedaron huérfanos de escaños el 27-S del 2015, sino también seducir a los convergentes asustados.