La tradicional Festa de la Rosa del PSC se revistió ayer como el primer mitin de precampaña electoral del 10-N en Cataluña. El presidente en funciones y candidato socialista, Pedro Sánchez, ofició el encuentro erigiéndose como el único postulante con números y propuestas para gobernar frente al «bloqueo» de «la derecha y alguna izquierda».

Sánchez se esforzó en dejar claro que quiere despojarse de aliados situados como imprescindibles por aritmética parlamentaria e insistió en que las urnas son una oportunidad para cosechar una mayoría en el Congreso que permita mayor capacidad de maniobra. También para dejar de depender de los vaivenes de los independentistas, a quienes exigió una condena explícita de la violencia.

«Me llama la atención que el independentismo vaya dando lecciones. Dan lecciones de democracia y no condenan la violencia», proclamó en alusión a la reacción de las primeras espadas del independentismo al conocerse la detención de nueve miembros de los Comités de Defensa de la República (CDR) acusados de terrorismo y tenencia de explosivos. «Puede haber muchas opciones políticas pero cuando hay indicios de violencia solo puede haber una condena firme y rotunda», remachó, y mostró su apoyo a jueces y fiscales, así como a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Una veintena de miembros de los CDR protestaban a las puertas de la Pineda de Gavá, mientras se celebraba el acto, con una pancarta con el lema: El Estado encarcela, el pueblo responde. Empieza la revuelta.

Arropado por unos 25.000 asistentes, según los organizadores, Sánchez se cuadró frente a un posible descarrilamiento de la legalidad en Cataluña cuando se dé a conocer la sentencia del Tribunal Supremo por el referéndum del 1-O y avisó de que no le temblará el pulso si ve necesaria una intervención de la autonomía vía 155: «Si el independentismo vuelve a quebrar el Estatut y a poner en cuestión y en riesgo el autogobierno, el Gobierno de España actuará con serena firmeza para garantizar el autogobierno».

También encomendó a JxCat, ERC y la CUP que «dejen de engañar» porque su proyecto político ha «naufragado» y «solo ha traído dolor y fractura». Y ahí situó su alegato de campaña: «La independencia no es el problema, es la convivencia, y la única solución es ley y diálogo. No puede haber diálogo sin ley y tampoco puede haber diálogo para retorcer la ley que es lo que quiere el independentismo», apuntaló. Como ya avanzó tras el Comité Federal del PSOE, se mostró como una oferta de «estabilidad» para dar «salida al bloqueo político» y «poner fin a la provisionalidad y la incertidumbre». Tirando de dicotomías lo resumió con: un gobierno «progresista» o uno «ultraderechista» y «que España avance o retroceda».

‘MONTAPOLLOS’ Y ‘PAGAFANTAS’ / Con un tono decidido y contundente el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, cargó contra Ciudadanos y Unidas Podemos: «No queremos ni montapollos ni pagafantas», aseveró desde el escenario y clarificó que detesta a los «que viven del conflicto» y a «los que no se atreven a decir lo que piensan por no molestar al independentismo».

Iceta urgió un nuevo Govern y sentenció que «no va a haber amnistía ni un referéndum». En cuanto a la sentencia del juicio del procés, avisó de que «las opiniones son libres», pero dijo que «todos estamos obligados a acatarlas, más aún las instituciones y los representantes políticos». También se detuvo en el encarcelamiento de los CDR y confesó que no entiende «por qué el independentismo, que es un movimiento pacífico, no ha sido el primer interesado en desmarcarse de cualquier tipo de violencia».

Por su parte, la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, defendió la trayectoria del PSOE y cargó contra el independentismo: «Se saltaron la ley pero también engañaron a la sociedad y a ciudadanos de buena fe y eso hace mucho tiempo que no va de independencia, de estructuras de estado, ni de república, que lo tienen destrozado porque no gobiernan, esto va de lucha de poder entre ellos», enfatizó.