El Gobierno y el PP comparten la tesis de que, tras las elecciones generales del 10 de noviembre, los acuerdos llegarán rápido porque ningún partido quiere asumir la responsabilidad de un nuevo bloqueo político ante una opinión pública hastiada.

Con esta tesis, Pedro Sánchez ultima un plan que presentará este domingo en un acto del PSOE en Alcorcón (Madrid), en el que expondrá la hoja de ruta para la formación exprés del nuevo Ejecutivo. La intención del presidente en funciones es llegar a un entendimiento en el mes de noviembre para que la investidura se celebre en diciembre, lo antes posible. Los socialistas parecen haber asumido ya que podrían quedarse varados en torno a los 123 escaños que obtuvieron en abril, pero entienden que el contexto forzará a Pablo Casado a ofrecer esta vez una abstención en pos de la estabilidad.

Los planes de Sánchez, indican fuentes gubernamentales, pasan por conseguir desbloquear la investidura antes de comienzos de diciembre. Él mismo indicó recientemente que quiere que esta negociación será rápida, más cuestión de días que de semanas.

El martes 3 de diciembre se constituyen las nuevas Cortes. A partir de ese momento, la presidencia del Congreso podría fijar la fecha para el pleno de investidura, que en todo caso no sería antes del viernes 6. Ese día, el Parlamento conmemora el aniversario de la Constitución, que, todo apunta, se celebrará con el Gobierno todavía en funciones. Sería a partir de la siguiente semana, la segunda de diciembre, cuando Sánchez podría optar a ser reelegido. Su intención es reducir al máximo las vacaciones de los parlamentarios por Navidad para presentar después de reyes el techo de gasto. Se trata del primer paso en la tramitación de los Presupuestos.

Cómo aprobar las cuentas públicas del 2020 será el gran quebradero de cabeza para Sánchez si finalmente consigue ser investido. En el Gobierno ha arraigado la convicción de que el PP esta vez podrá abstenerse porque la situación, tras el 10-N, no es la misma que en el mes de abril.

De ser así, Sánchez pasaría su primera prueba de fuego cuando se voten los Presupuestos: podría salvar la investidura, pero continuaría sin mayoría.

En el Ejecutivo admiten que es muy probable que el PSOE se encalle en escaños o los supere por poco, pero están convencidos de que ahora las actitudes del resto de los partidos, y especialmente del PP, serán distintas. El Gobierno es hermético sobre posibles conversaciones entre Sánchez y Casado, pero argumenta ese apoyo del PP en factores de contexto. Sostienen que la opinión pública penalizaría un nuevo bloqueo o la demora en la formación del nuevo Gobierno.