Julio Valls, peluquero de profesión, comenzó su carrera en Castellón hace más de 25 años y, gracias a su trabajo, esfuerzo y constancia, ha logrado mantener el negocio familiar creado por su madre, que cuenta ya con más de medio siglo de historia. La pasión por su trabajo le ha hecho destacar en toda clase de eventos, desfiles, galas, como recientemente en los Premis Gaudí. Pero lo más importante, es que ha logrado que cada persona que se pone en sus manos mejore su estética con su saber hacer en los cortes, colores y peinados.

--¿Cómo y cuándo empezó su trayectoria en el mundo de la peluquería?

-Fue por casualidad, de pequeño ayudaba a mi madre y a mi tía en la peluquería. Con 14 o 15 años comencé a trabajar con ellas de manera continuada, compaginando el instituto y la academia de peluquería.

Antes de tomar la decisión final sobre mi futuro, tuve una reunión con mis padres, en la que me dijeron que, si me quería dedicar a la peluquería, tenía que ser al 100% para sacarle todo el partido posible. Tuve dudas porque me gustaban mucho las ciencias del mar y el magisterio; todo lo que es la docencia siempre me ha gustado. Pero, finalmente, me decanté por trabajar en la peluquería de mi madre.

Empecé en su salón, pero al poco tiempo me marché porque necesitaba moverme y saber lo que era estar fuera de casa. Trabajé para Rizos en Madrid, en Cebado y en varios centros más formándome.

--Como peluquero, ¿qué le gusta más: la vanguardia, el corte, el color...?

-Los clientes valoran mucho el corte que hacemos. Tenemos, además, una amplia formación en los otros campos como el color, los cambios de forma, los tratamientos, etc.

--¿Qué ofrece usted como profesional que no aporta otros?

-Intento llevarme bien con todo el mundo y más con los compañeros de profesión, es algo que me inculcó mi familia. Además, al tener tanto renombre dentro del sector me hace estar siempre con un alto nivel de exigencia.

--Decidió quedarse al mando del salón de su madre. ¿Cómo fue este proceso y qué supuso?

-Hace casi 12 años decidimos dar el salto y montar el nuevo salón, ya que el que teníamos se había quedado algo pequeño. Lo montamos en el antiguo local de mi padre, donde tenía una tienda de música, céntrica, muy visible, grande y, sobre todo, que estaba situado en una esquina con mucho potencial comercial.

--¿Cuál es el sello de Julio Valls?

-A modo de resumen, puedo decir que hago lo mismo que los demás, pero a mi manera. Me distingo porque hablo mucho con las clientas. La claridad y una buena comunicación es muy importante. Tengo mi propio estilo gracias a que he trabajado y trabajo con los mejores formadores. Cuento, por suerte, con el día a día de mi madre, lo que me da un prisma de un estilo de peinado más clásico que contrarresta con el mío que es más actual.

--¿Cuál es la clave de su éxito?

-Creo que es la comunicación con el cliente, el feedback. También pienso que la formación es una de mis principales señas de identidad. Este elemento es una parte muy exitosa y fundamental de cada peluquero.

--¿Como definiría su profesión?

-La peluquería para mí no es un mero trabajo, es mi verdadera pasión, por lo que, a veces, es un problema porque me exijo mucho, cada día quiero superarme, siempre creo que puedo hacerlo mejor y si algo no lo consigo no paro hasta que salga bien.

--Con un nombre ya consolidado en Castellón, sigue muy activo. ¿Cómo mantiene el listón tan alto durante tanto tiempo?

-Lo hago con el trabajo de cada día y, sobre todo, porque mi carácter a nivel laboral es un poco más agresivo, con una visión más empresarial. Mi madre, por el contrario, es todo bondad y buen hacer. La unión de esos dos caracteres es el éxito de la peluquería que tenemos en la avenida Casalduch de Castellón. Creo que también es fundamental el equipo.

--¿Qué le pide al presente y al futuro del negocio?

-En el presente, no sé si por la edad o por el tiempo que llevo trabajando, me veo en un momento que, aunque no quiero parecer muy sobrado o altivo porque siempre he sido una persona que he tenido los pies en el suelo, veo que puedo hacer muchas cosas. Se me presentan oportunidades y me digo que si viene toda esta clientela a buscarme, algo estaremos haciendo bien.

Con Montibello, la marca de productos de peluquería profesional con la que trabajo desde hace 10 años, estoy muy contento y tengo ganas de dar un salto internacional. La marca siempre me ha apoyado y he podido llegar a mucha gente de todo el país como formador, lo cual es una gran satisfacción. En el futuro con Montibello, me gustaría crecer en grandes proyectos que están en marcha y, cómo no, me gustaría pertenecer a esa familia especial de formadores internacionales que tiene la marca.

--¿Qué proyectos tiene a medio y largo plazo?

-He tenido muchas oportunidades de montar salones en València, Gijón y también en el extranjero, pero no era el momento. Ahora me atrevería porque tengo ganas de crecer, pero soy padre de una pequeña por lo que el proyecto debería ser muy bueno.