Peñíscola es, sin duda, una apuesta segura a la hora de elegir un destino de vacaciones. La población censada en este municipio de la Costa del Azahar apenas supera los 8.000 habitantes; una cifra que, en la época estival, se multiplica hasta alcanzar los más de 100.000. Sin embargo, el de Peñíscola está lejos de ser un turismo masificado. La vasta extensión de su término municipal y sus interminables playas de fina arena dorada la convierten en un lugar idóneo donde disfrutar del sol y el mar sin aglomeraciones, más en estos tiempos en los que la pandemia del coronavirus ha obligado al consistorio a implantar una serie de medidas de seguridad en las que el distanciamiento social y la higiene son esenciales. Pero Peñíscola es mucho más que sol y playa, es historia con mayúsculas, cultura, naturaleza, tradiciones... y magia.

De hecho, el incustionable poder de atracción que esta bella localidad, catalogada como uno de los pueblos más bonitos de España, ejerce sobre todo aquel que la visita es evidente. Nunca una fortaleza que, durante tantos siglos, ha resultado infranqueable en multitud de históricas contiendas, pudo hacer gala de la dicotomía de ser, al mismo tiempo, acogedora y hospitalaria.

Ilercavones, griegos y fenicios, entre otras civilizaciones, dejaron sus huellas en la península rocosa que, majestuosa, emerge del mar sobre un tombolo; y, durante la Edad Media, se construyó el actual castillo templario sobre los restos de la alcazaba árabe. Pero, sin duda, fue como consecuencia del Cisma de Occidente cuando Peñíscola adquirió un especial protagonismo al convertirse en sede pontificia de Benedicto XIII, el Papa Luna.

En la época moderna se levantaron las murallas renacentistas y, desde entonces, hasta la actualidad, la historia de la Ciudad en el Mar ha estado plagada de cruciales hechos históricos que cambiarían el devenir de sus habitantes pero que apenas alterarían su más preciada joya patrimonial: su castillo y ciudadela.

En pleno siglo XXI, Peñíscola sigue conservando su esencia y esa arquitectura y fisonomía que la dotan de un sello propio y diferenciador. Pasado, presente y futuro conviven de forma natural en sus calles empedradas y en sus jardines que tantas veces recorrieron el Papa Luna y cientos de célebres personajes del séptimo arte y el panorama audiovisual que también se rindieron ante el encanto de la ciudad amurallada. De hecho, en multitud de ocasiones, Peñíscola ha sido y es escenario de rodajes y todo el que visita la localidad tiene ocasión de revivir y evocar todas las escenas que pudieron contemplar en la pantalla, siguiendo la ruta Peñíscola, plató de cine.

En el Castillo del Papa Luna se concentra también buena parte de la programación cultural; así, en este espectacular escenario, se desarrollan eventos de primera magnitud como el Festival de Teatro Clásico de Peñíscola, que tendrá lugar del 16 al 31 de julio en el Patio de Armas, o el Festival Internacional de Música Antigua y Barroca, que se celebrará del 3 al 12 de agosto con trece conciertos.

Muy cerca del Castillo se encuentra el Museo de la Mar, que invita al visitante, mediante paneles informativos y material audiovisual, a sumergirse en la inmensidad de las azules aguas que rodean la localidad costera y conocer las profundidades marítimas y las artes de pesca.

Peñíscola es uno de los destinos preferidos del turismo familiar y, por ello, tampoco faltan las actividades para los más pequeños de la casa; pero si hay un lugar que hace las delicias de los niños y niñas es el Museo del Mago Yunke que, esta semana ha abierto sus puertas y donde esperan un montón de sorpresas y espectáculos para todos los públicos.