Formas, estructura compositiva y color marcan la colección de obras, óleos sobre lienzo, de Ramón Manrique, que se ofrece en Escena, la sala de arte del Teatre Municipal de Benicàssim. Una veintena de trabajos que, bajo el titulo de Pinzells que parlen, es surrealismo «como una interiorización» de su sentir, describe el propio pintor de Almassora.

Un surrealismo «onírico en el que cada elemento de la obra tiene un significado concreto» para poder mirar y admirar «cada aspecto determinado» de un proyecto en el que se reflexiona sobre las teorías psicoanalíticas. Ramón Manrique, quien en sus inicios cultivó el impresionismo (con veneración clara hacia Van Gogh), quedó cautivado por Dalí en un viaje realizado a Figueres y comenzó a hilvanar un recorrido pictórico por el surrealismo más absurdo y también, ¿por qué no?, más real.

El arte conceptual es otro de los movimientos que caracterizan Pinzells que parlen, por lo que la conceptualización de la obra acaba siendo más importante que el objeto representado, prevaleciendo de esta forma las ideas y emociones que el pintor quiere transmitir a través de su obra.

Sentimientos y verdades

Una personal muestra de pintura surrealista donde, por medio del dibujo, el color y principalmente la creatividad, intenta «llevar al espectador a un mundo dominado por los sueños y la fantasía», como explica el propio artista en un viaje exacerbado hacia las fuertes emociones, los sentimientos y las verdades.

La figura humana es el epicentro de sus creaciones. El resto de lo que se ofrece en el cuadro (bodegones, paisajes o marinas) son meros figurantes escénicos, el atrezzo de tiempo y destinos. En sus obras son características las composiciones abigarradas, neobarrocas y saturadas, cargadas de elementos, los ropajes con un estudio minucioso de los paños de pureza, el uso de distintos planos de profundidad, los objetos fragmentados (especialmente en los suelos), y una paleta rica donde gusta de los azules y naranjas, colores contundentes.