La capilla ardiente por la infanta Pilar de Borbón, hermana mayor del rey Juan Carlos, quedó instalada ayer en su casa de la urbanización Puerta del Hierro, tras fallecer a los 83 años en la clínica Ruber de Madrid, donde estaba ingresada desde el domingo. A la duquesa de Badajoz, mujer de carisma y carácter, le fue diagnosticado el pasado año un cáncer de colon que la obligó a pasar por el quirófano y a someterse a quimioterapia. Tanto el rey emérito como la reina Sofía acudieron al hospital cuando fueron informados del inminente final. Ambos abandonaron la clínica pasadas las 14.30 horas, al poco de confirmarse el fallecimiento. Por la tarde, los reyes Felipe y Letizia acudieron a la capilla ardiente para dar el último adiós a «doña Pi», como se la conocía en familia.

«Está muy malita», decía por la mañana Bruno Gómez Acebo, uno de los hijos de la infanta junto con Simoneta, Juan, Luis y Fernando. Tanto el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, y el líder del PP, Pablo Casado, expresaron en Twitter sus condolencias.

A mediados de noviembre fue cuando se vio a la infanta Pilar por última vez en público. Fue en la presentación del tradicional Rastrillo de la Asociación Nuevo Futuro, la oenegé de ayuda a los niños de la que ha sido presidenta de honor durante más de 40 años. «Aquí estoy, sigo viva y voy a estar al pie del cañón ayudando en todo lo que pueda. Hay días en que me encuentro bien y otros peor, es lo que pasa con esta enfermedad», dijo entonces. Pilar de Borbón era también presidenta de Ayuda en Acción y miembro Honorario del Comité Olímpico Español (COE) y del Internacional (COI).

Nacida en Cannes (Francia) el 30 de julio de 1936, días después del estallido de la guerra civil, María del Pilar Alfonsa Juana Victoria Luisa Ignacia de Todos los Santos de Borbón y Borbón fue una mujer temperamental que dedicó parte de su vida a labores benéficas y al mundo del deporte, en particular a la hípica, en la que se reveló como una buena amazona.

El exilio de la familia real española la llevó a pasar los primeros años de su vida entre Francia, Italia y Suiza -«tuve una infancia maravillosa y vivíamos divinamente, aunque sin lujos», rememoraba- y, a partir de los 10 años, en Portugal, donde se casó en julio de 1967 con Luis Gómez-Acebo, aristócrata pero sin linaje real. Ella misma reconocía que «estuvo en la mente de todos», incluida su familia, emparejarla con Balduino, el rey de los belgas, pero eligió «casarse por amor». Se salió con la suya y, tras la boda, su padre le otorgó el título de Duquesa de Badajoz, compartido con su marido.

Luis Gómez-Acebo falleció en 1991 con 57 años a causa de un cáncer linfático, y ella quedó entonces al cuidado de sus cinco hijos: «Tuve que poner orden, que es lo que toca cuando se pasa por una enfermedad larga».

La tía de Felipe VI, que se definía como una persona con «las espaldas muy anchas», se vio envuelta en la polémica en el 2016 al publicarse los papeles de Panamá, en los que, como otros famosos, se desvelaba que fue propietaria de una sociedad opaca desde 1974 hasta poco días después de la llegada al trono de Felipe VI.