El pasado domingo, Carmen Sevilla fue víctima de una noticia falsa (otra más) que afirmaba que había fallecido, uno de esos gazapos que rápidamente vuelan por la red. Pero nada más lejos de la realidad: hoy, 16 de octubre, cumple nada menos que 90 años.

Sin embargo, para la entrañable Carmen de España, que desde hace años sufre los estragos del alzhéimer, será un día más, pues no se espera ninguna celebración ni homenaje para quien en su día fue una de las actrices, cantantes y presentadoras más célebres. Aunque seguramente recibirá la visita de su hijo, Augusto Algueró Jr, y de uno de sus grandes amigos, el actor Moncho Ferrer.

Si la pandemia lo permite, ambos irán a verla para celebrar su 90º cumpleaños con un pastel y le cantarán el Cumpleaños feliz . Una celebración que no tendrá nada que ver con el último aniversario que Sevilla sí festejó, el de sus 80 años. Como era costumbre, organizó una fiesta en el restaurante Zalacaín con un grupo de familiares y amigos, y con la gracia y el salero que la caracterizaban posó ante los medios con gran humor.

Ya hace años que la sevillana no se acuerda de nada, no reconoce a nadie y se ha olvidado de su vida y de sus triunfos en la televisión, el cine y el teatro. Según indican fuentes próximas a su familia, su estado es delicado, pues el alzhéimer que padece se encuentra en un estadio muy avanzado y su salud se ha resentido en gran medida últimamente.

Cabe destacar que su madre, Florentina Galisteo, padeció la misma enfermedad y también la tuvieron que ingresar en un centro geriátrico, hasta que falleció en el 2004, cuando le faltaban pocos días para cumplir 100 años, mientras que su padre, Antonio García, había muerto en 1987.

Por otro lado, fuentes cercanas a la familia afirmaron que la comunicación con la presentadora se hacía cada vez más complicada y que por eso Algueró se vio obligado a restringir las visitas y limitarlas a los familiares más directos y a algún amigo como es el caso de Moncho Ferrer.

Tras abandonar la televisión, y durante los primeros años de la enfermedad, Sevilla se refugió en su casa del paseo del Pintor Rosales, en Madrid, junto a su hijo, Augusto Algueró Jr, tras divorciarse de la que hasta entonces había sido su mujer, Marta Díaz.

Finalmente, en el 2015, la enfermedad se agravó y su hijo decidió ingresarla en una prestigiosa residencia en Aravaca, al oeste de Madrid. Desde entonces, la vida de una de las artistas más queridas de España transcurre la mayor parte del día entre la cama y una butaca, y al parecer ha dejado incluso de pasear, pues sufre problemas de movilidad.