En la España franquista de 1956 no había internet. Ni apenas televisión. Pero los niños de cinco, seis y siete años descubrieron el mundo de la mano del Capitán Trueno. Los chavales vieron robots, submarinos, pagodas orientales, la gran muralla china… y leyeron una literatura de aventuras que, años más tarde, encontrarían en Verne, Doyle, Melville... El Capitán Trueno. Tras los pasos del héroe es la exposición que rinde homenaje al épico personaje, creado por Víctor Mora (que falleció el pasado agosto). Mora, a quien su padre inculcó el amor por la lectura, hizo que su héroe también amara los libros. De ahí, la gran imagen con la que la muestra, ubicada hasta enero en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y organizada junto a Acción Cultural Española, recibe al visitante: el paladín entregándose a su pasatiempo favorito, la lectura.

CRÍTICO CON LA DICTADURA // ¿Por qué el Capitán Trueno? Porque es el mejor en términos narrativos. Porque es «infinitamente superior a la mayoría». Y porque influenció a varias generaciones. Así lo afirma el director del Círculo, Juan Barja, que recuerda cómo el personaje fue, a pesar de la censura, una voz crítica contra el franquismo. Hijo de republicano muerto en un campo de concentración francés, Mora tuvo las agallas y la destreza de, en una misma viñeta, mezclar dos palabras: guerra y represión. Por no hablar de cómo toreaba a los censores cuando le pedían que casara al Capitán con su amada Sigrid. «Es que si pasan por el altar me quedo sin trabajo. Y a ver de qué vivo», les respondía burlón.

TEBEOS ORIGINALES // La exposición, que incluye tebeos originales, pone el acento en la cantidad de referencias literarias que se recogen en tantas páginas de historieta, que nació en 1956 (A sangre y fuego) a 1,25 pesetas, con guiones de Mora e ilustraciones de Miguel Ambrosio Zaragoza, Ambrós. La muestra también reflexiona sobre cómo las aventuras de Trueno, Sigrid, Goliath y Crispín fueron una ventana al mundo por la que los niños de la España franquista se acercaron a las pirámides de Egipto, las ciudades incas o los pueblos australianos. «Los niños vimos en estos tebeos cosas que nunca hubiéramos imaginado. En sus páginas estaban los grandes argumentos de la literatura universal, libros que leímos cuando ya éramos mayores. Entre páginas de Edgar Allan Poe, por ejemplo, pensamos: yo ya he estado allí gracias a Trueno», explica el comisario Patxi Lanceros, profesor de la Universidad de Deusto. “El secreto de los tebeos es su gran musculatura narrativa. Eso es lo que hace que las historietas soporten el paso del tiempo”, añade. H