L a mujer no queda al margen de la constatación de que la pandemia del covid-19 está acrecentando cualquier desigualdad ya existente. Naciones Unidas se hace eco en un informe de cómo el covid-19 está empeorando los escenarios de violencia doméstica y vulnerabilidad económica para la población femenina en el mundo.

«La violencia no se circunscribe al campo de batalla. Para muchas mujeres y niñas, la amenaza es mayor donde tendrían que estar más seguras. En su hogar», comienza el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, la declaración de varias agencias de la ONU que luchan por los derechos de la mujer.

Justo el año anterior al inicio de la crisis sanitaria, un total de 243 millones de mujeres y niñas de edades comprendidas entre los 15 y los 49 años habían padecido agresiones sexuales y violentas. Y los datos que se han ido comunicando desde el inicio de las medidas de confinamiento para el control del virus revelan una tendencia al alza de casos globalizada (Francia, Alemania, España, Reino Unido, EEUU, Canadá y Argentina, entre otros muchos países).

La lacra de la violencia doméstica –una de cada tres mujeres la padece a lo largo de su vida– se ha convertido en otra pandemia a la sombra, encerrada tras las paredes del hogar. «Las agresiones a las mujeres están creciendo alimentadas por la reducción de ingresos, la preocupación por la amenaza sanitaria, las condiciones de las viviendas donde debe realizarse el confinamiento y el aislamiento de víctima y abusadores», certifica Melissa Alvarado, especialista de Naciones Unidas en el programa de violencia contra la mujer en Asia-Pacífico. «Es una mezcla tóxica para muchas familias», añade la experta que alerta de «las cifras escalofriantes que están llegando, que, en algunos países, triplican las cifras con respecto a antes de la pandemia».

A nivel global, las mujeres constituyen el 70% del personal sanitario y ocupan la primera línea en especialidades como enfermería, además engrosan los sectores de servicios en el ámbito sanitario como limpieza, lavandería y catering. Están expuestas, por lo tanto, en mayor medida a contagiarse del virus. Por ejemplo, en España, según el documento de la ONU, el personal sanitario infectado es el 72% femenino frente al 28% masculino.

El covid-19 ha hecho visible con contundencia el hecho de que el día a día de las economías más avanzadas se construye gracias al trabajo «invisible e impagado» de las mujeres. El covid-19, lejos de dulcificarlo, lo va a multiplicar.

«Con los hijos sin escuela, la mayor necesidad de atención de las personas de la tercera edad, la demanda de las labores de cuidado se intensifican exponencialmente», sostiene el informe que concluye que será la mujer la que aguantará prácticamente la carga del cuidado sin remunerar. H