Las sirenas antiaéreas volvieron a sonar ayer en Israel , tras cuatro horas de calma, por el lanzamiento de cohetes desde Gaza pese al alto el fuego alcanzado, con la mediación egipcia, para poner fin a la escalada entre Israel y la Yihad Islámica. «El sistema de Defensa Cúpula de Hierro interceptó dos de los proyectiles», informó el Ejército israelí en un comunicado. Además, Israel aseguró haber acabado con un segundo líder yihadista.

Tel Aviv no respondió esta vez con bombardeos a estos nuevos disparos de cohetes y ningún grupo en el enclave reclamó la autoría, lo que parece apuntar a acciones individuales de milicianos palestinos.

El portavoz de la Yihad Islámica, Mosab al Breim, dijo a Efe que el acuerdo de alto el fuego está condicionado a que Israel termine con «los asesinatos selectivos, deje de disparar a los manifestantes de la Marcha del Retorno (las protestas semanales en la línea divisoria) y alivie el bloqueo» a Gaza.

El portavoz del Ejército israelí, Jonathan Conricus, declaró, por su lado, que habían dado por finalizado lo que denominó como plan «Cinturón Negro», en referencia al ataque selectivo del martes que mató al líder del brazo armado de la Yihad Islámica, Bahaa al Ata, y a su mujer en su casa. Conricus describió a Al Ata como «un obstáculo para la estabilidad y los diferentes acuerdos diplomáticos», en alusión a la tregua de larga duración que Israel mantiene con el movimiento islamista Hamás, que controla de facto el enclave desde 2007.

Hamás no ha tomado parte de esta escalada liderada por la Yihad Islámica, cuya milicia es la segunda más extensa del enclave, y difiere por el apoyo directo de Irán y la influencia ideológica de la revolución iraní entre sus filas.

La muerte de Al Ata, líder de los Batallones de al Quds, generó un nueva escalada con el lanzamiento masivo de cohetes desde Gaza, más de 460, mientras que el Ejército de Israel respondió con bombardeos sobre objetivos del grupo islamista, que ocasionaron la muerte de 34 palestinos, la mayoría milicianos.