D ía de manifestaciones de signo contrario en Bielorrusia que, eso sí, pusieron de manifiesto la creciente soledad del presidente Aleksándr Lukashenko. Por la mañana, el jefe del Estado congregó a miles de personas en la plaza de la Independencia y repasó sus «logros» durante su mandato de un cuarto de siglo al frente del país, negándose en redondo a una eventual repetición de las elecciones. Por la tarde, decenas de miles de personas protagonizaron una multitudinaria «marcha por la libertad» en las calles de Minsk convocada en la víspera por la opositora Svetlana Tikhonóvskaya.

Si se repiten las elecciones «caeremos en picado y nunca estabilizaremos nuestra aeronave; ¡pereceremos como Estado, como pueblo y como nación», advirtió ayer el mandatario durante su aparición sorpresa, rodeado de un importante despliegue de guardaespaldas y acompañado por su hijo Nikolái.

Durante su intervención, Lukashenko pasó revista a lo que considera como éxitos de su gestión, rememorando la situación en la que se encontraba el país cuando resulto elegido en 1994, en plena descomposición postsoviética: ¿Qué queríais entonces? Pedíais un trozo de pan, 20 dólares de salario... no privatizar las oficinas y las fábricas», indicó el presidente bielorruso.

Pese a que el acto matinal recordó que al mandatario aún le quedan partidarios, la masiva asistencia a la denominada «marcha de la libertad» convocada por Tikhanóvskaya se encargó de demostrar de qué lado está mayoritariamente la ciudadanía. Decenas de miles de personas, alrededor de 100.000 manifestantes, según France Presse, acudieron a una explanada próxima al memorial de la segunda guerra mundial, llenándola por completo y convirtiéndose, según describió uno de los asistentes, en «la mayor concentración humana de la historia del país».

Consciente de que el Kremlin solo intervendrá en caso de amenaza externa, el Gobierno de Lukashenko agitó el fantasma de una hipotética agresión desde Lituania, país miembro de la OTAN, denunciando concentraciones de tropas allí, un extremo negado tajantemente por Vilnius. Acto seguido, el presidente bielorruso anunció maniobras militares en las regiones fronterizas. Por su parte, Moscú advirtió de que sus tropas están listas para ayudar a Bielorrusia según los términos de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, la alianza militar liderada por Rusia y que agrupa a varias de las repúblicas exsoviéticas. H