Afortunadamente para Nueva York y los neoyorquinos Akayed Ullah es un aprendiz, y malo, de terrorista. Ayer este joven de 27 años originario de Bangladés resultó herido y fue detenido tras realizar un intento frustrado de atentado en el metro. Y aunque su amateurismo impidió que se hiciera realidad lo que el gobernador estatal, Andrew Cuomo, ha definido como «la peor pesadilla» de la gran urbe, un ataque en la transitada red de metro en la que se realizan a diario seis millones de viajes, su acción ha servido como recordatorio de algo que también ha subrayado Cuomo: «Nueva York es un objetivo para muchos que quieren hacer una declaración contra la democracia, contra la libertad».

40 días después de que Sayfullo Saipov matara a ocho personas arrollándolas con una camioneta en un carril bici junto al río Hudson, las primeras víctimas mortales del terrorismo en Nueva York desde los atentados del 11-S del 2001, Ullah pretendía volver a sembrar la ciudad de muerte. Había escogido para su acción el túnel subterráneo que une la estación de Times Square, por la que pasan 12 líneas y que es la más transitada de la ciudad, con la estación de Port Authority, bajo la terminal de autobuses. Había seleccionado también la hora punta matutina. Y sobre las 7.20 horas de la mañana hizo estallar un artefacto casero que se había pegado al cuerpo con velcro y cremalleras.

«No era una bomba sofisticada», explicó en CNN Cuomo, que en rueda de prensa recordó que «cualquiera puede ir a internet y descargar basura y vilezas», apuntando a Ullah como otro joven inmigrante radicalizado a través de la red. «La detonó pero no tuvo el efecto que esperaba. El químico explosivo prendió pero la tubería donde lo llevaba no explotó. Y acabó hiriéndose a sí mismo» en una explosión que fue registrada por las cámaras de seguridad.

El atentado frustrado, que inicialmente provocado algunas escenas de caos mientras la gente intentaba abandonar el túnel y la estación, no dejó daños estructurales. Tres personas que se vieron afectadas, con dolores de cabeza y pitidos en los oídos, acudieron por su propio pie a dos hospitales. Aunque inicialmente se evacuó la terminal de autobuses, se cortó la Octava Avenida y se alteró el servicio de metro, se anunció la vuelta a la normalidad del tráfico y el tránsito para la hora punta de la tarde. Y el alcalde, Bill de Blasio, explicó que pese a que se iba a ver y sentir presencia policial intensificada, no se tenía conocimiento de «actividades o incidentes adicionales» vinculados a las acciones de Ullah, apuntando a un acto aislado.

The New York Post publicaba ayer que Ullah llegó hace siete años a EEUU con un visado reservado para hermanos y hermanas de ciudadanos estadounidenses, y logró la tarjeta de residente permanente. Eso llevó a la portavoz del presidente Donald Trump, Sarah Huckabee Sanders, a denunciar la «inmigración en cadena», aunque el joven bangladesí es, según los primeros indicios, otro «lobo solitario» radicalizado a través de internet e inspirado por el Estado Islámico pero sin ninguna vinculación formal al grupo terrorista. Vivía en Brooklyn, donde los investigadores registraron ayer tres apartamentos vinculados a él, su hermana y sus padres, y tuvo una licencia para conducir un taxi.