Los argentinos decidían ayer dejar atrás lo que puede ser el último capítulo de la experiencia neoliberal o aplazar hasta fines de noviembre la discusión sobre su futuro político. Las encuestas le asignaban de manera inequívoca la victoria al peronista Alberto Fernández en primera vuelta será el lunes cuando se conozca la tendencia irreversible de las urnas. El presidente Mauricio Macri no se resignaba a despedirse del poder. «Es una elección histórica para el país, se juegan dos visiones de futuro», dijo al ejercer su derecho a voto. Para vencer en el primer turno se necesita la mitad más uno de los votos o 10 puntos y diez de distancia respecto al más inmediato competidor.

Unos 34 millones de ciudadanos tenían en sus manos la hoja de ruta, en la novena elección presidencial desde que el país recuperó las instituciones democráticas en octubre de 1983.

Fernández confiaba en un resultado contundente que ampliara la distancia de 16 puntos que le sacó a Macri en las primarias de agosto. Entre aquella votación y la del domingo la economía profundizó su derrumbe. Buena parte de lo que suceda estará relacionado con las preferencias electorales de los bonaerenses. En esa provincia se concentra el 36,98% del padrón nacional, el 40% del PIB total del país y un 36% de la pobreza argentina.

Las elecciones presidenciales en Argentina se desarrollaron en calma toda la jornada.