El presidente maliense Ibrahim Boubacar Keita y su primer ministro, Boubou Cissé, fueron detenidos el martes por la tarde por militares rebeldes que están del lado de los manifestantes que piden desde hace meses la salida del jefe de Estado y de su gobierno. El presidente y el primer ministro "fueron llevados por los militares amotinados en vehículos blindados a Kati", donde está el campamento Sundiata Keita, a unos 15 kilómetros de Bamako, donde se inició la rebelión al comenzar el día, dijo Boubou Doucoure, director de comunicación del gobierno.

"Podemos decirles que el presidente y el primer ministro están bajo nuestro control. Los detuvimos en su casa" (en la residencia del jefe de Estado en Bamako), había dicho más temprano a la AFP uno de los jefes de la rebelión.

Militares aclamados por los manifestantes

Los militares rebeldes tomaron el control del campamento y las calles adyacentes, antes de dirigirse en convoy hacia el centro de la capital, según un corresponsal de la AFP. En Bamako fueron aclamados por manifestantes congregados para reclamar la salida del jefe de Estado en los alrededores de la plaza de la Independencia, epicentro de las protestas que afectan a Malí desde hace varios meses, antes de dirigirse hacia la residencia del presidente Keita, según la misma fuente.

"Condeno enérgicamente el arresto del presidente Ibrahim Boubacar Keita, (del) primer ministro (Boubou Cissé) y (de) otros miembros del gobierno de Malí y pido su liberación inmediata", dijo el presidente de la Comisión de la Unión Africana, Moussa Faki Mahamat,en su cuenta de Twitter.

Llamamiento a "toda la comunidad internacional"

Mahamat ha rechazado "cualquier intento de cambio inconstitucional" en el país y ha solicitado a los amotinados que "dejen de recurrir a la violencia y respeten las instituciones republicanas". Así, ha hecho un llamamiento a la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), a Naciones Unidas y "toda la comunidad internacional" para aunar esfuerzos y "oponerse a cualquier uso de la fuerza para poner fin a la crisis política en Malí".

Imágenes trasmitidas a través de las redes sociales muestran, además, a decenas de personas en el interior de una villa perteneciente a Karim Keita, hijo del presidente, donde se habrían dado un baño en la piscina. Además, un grupo de manifestantes habría atacado el bufete de abogados para el que trabaja el ministro de Justicia.

Borrell condena en nombre de la UE la intentona golpista

El Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, ha condenado la intentona golpista en Malí y ha rechazado "cualquier tipo de cambio inconstitucional". En un comunicado, Borrell ha especificado que "de ninguna manera esto puede ser una respuesta a la profunda crisis sociopolítica que lleva meses azotando Malí".

Tras una serie de consultas, especialmente con la CEDEAO, la UA y la ONU, el bloque comunitario ha hecho un llamamiento al diálogo. Así, ha pedido "una respuesta consensuada que respete los principios constitucionales, el Derecho Internacional y los Derechos Humanos" como única forma de "evitar la desestabilización no solo de Malí sino de toda la región". En este sentido, la UE ha trasladado todo su apoyo a la mediación puesta en marcha por la CEDEAO. "Se están realizando contactos para comprender mejor la situación y decidir los próximos pasos a dar", ha señalado.

La ONU sigue de "muy de cerca" la situación

Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, ha expresado que sigue muy de cerca la situación y ha pedido a todos los malienses que "preserven las instituciones democráticas del país", tal y como ha indicado durante una rueda de prensa su portavoz, Stephane Dujarric. "La misión de mantenimiento de la paz en Malí, la MINUSMA y, por supuesto, todos nosotros aquí en la sede, incluido el secretario general, estamos siguiendo muy de cerca la situación en Malí", ha recalcado. En este sentido, ha afirmado que, junto a la CEDEAO, la UA, la Unión Europea y otros socios, Naciones Unidas "seguirá acompañando a los malienses en sus esfuerzos por consolidar la paz y la democracia".

El presidente francés Emmanuel Macron "sigue la situación con atención y condena la tentativa de rebelión en curso", se anunció en París. El jefe de la diplomacia francesa, Jean-Yves Le Drian, había afirmado antes que condenaba "con la mayor firmeza" este "amotinamiento".

Oferta de diálogo frustrada

Poco antes de su detención por los militares, el primer ministro Boubou Cissé les pidió en un comunicado hacer "callar las armas", mostrándose dispuesto a iniciar con ellos un "diálogo fraterno para disipar todos los malentendidos". "Los cambios de humor constatados traducen alguna frustración que puede tener causas legítimas", dijo Cissé, sin dar más detalles sobre las razones de la furia de los militares.

Malí enfrenta una grave crisis sociopolítica que preocupa a la comunidad internacional. Una coalición heterogénea de opositores políticos, guías religiosos y miembros de la sociedad civil incrementan las manifestaciones para reclamar la partida del presidente Keita, acusado de mala gestión. A eso se agrega una difícil "situación social", según la dirigente sindical Sidibé Dedeu Ousman.

Tres días de disturbios sangrientos

El Movimiento del 5 junio-Reunión de fuerzas patrióticas de Malí (M5-RFP), que encabeza las protestas, rechazó el jueves una entrevista con Keita, poniendo como condición previa el "fin de la represión" contra sus militantes.

El fin de semana del 10 julio, una manifestación convocada por el Movimiento del 5 de junio degeneró en tres días de disturbios sangrientos. En el mismo campamento de Kati se habían rebelado soldados el 21 de marzo del 2012 contra la ineptitud gubernamental para enfrentar una ofensiva mayor de los rebeldes tuareg y la llegada de yihadistas provenientes de países vecinos. En esa ocasión sacaron al presidente Amadou Toumani Touré.

Grupos islamistas armados

El golpe de Estado precipitó la caída del norte de Malí en manos de grupos islamistas armados, que ocuparon la región durante nueve meses antes de ser expulsados por una intervención militar internacional lanzada por Francia en enero del 2013 y que aún sigue en curso.