Maria Butina, la agente rusa condenada en EEUU, emergió ayer en Moscú flanqueada por la portavoz del Ministerio de Exteriores, Maria Zajárova, y su padre, Valery. Inmediatamente, la nube de periodistas que allí se había congregado irrumpió en una oleada de exclamaciones, mientras los fotógrafos activaban sus cámaras y flashes. La joven, sentenciada en EEUU a 18 meses de prisión por el delito de conspiración para actuar como un «agente extranjero» ilegal, tomó de inmediato posiciones para ofrecer una declaración sin preguntas, una escena que fue retransmitida en directo por medios de comunicación gubernamentales.

«Estoy muy feliz de regresar a casa; muy agradecida a todos los que me han apoyado; a todos los ciudadanos de Rusia que me han respaldado y me han escrito cartas; muchas gracias al Ministerio de Exteriores y a todos los diplomáticos que lucharon por mí cada día», declaró Butina, con varios ramos de flores en las manos entregados por algunos de los reporteros presentes, antes de acabar su discurso con una proclama patriótica: «¡Los rusos no se rinden!».

Los medios de comunicación oficiales rusos llevaban tiempo preparando el regreso triunfal de esta joven de 30 años, de ideología ultraconservadora y ardiente defensora del derecho a portar armas, quien durante su estancia en EEUU, estableció contactos de alto nivel con miembros del Partido Republicano y de la todopoderosa Asociación Nacional del Rifle.

Durante el vuelo desde Miami, la agente recién liberada concedió una entrevista al canal RT y a Spútnik, ambos medios estatales. Tras recordar que en su día reconoció ante el juez «el delito de actuar como una agente extranjera no registrada», arremetió con dureza contra la justicia estadounidense, asegurando que actuó en todo momento «bajo presión».