La tarde de Varea en Castellón fue histórica. El primer triunfo del torero fue llenar la plaza. Hacía años que no se vivía un ambiente así en una novillada y mucho menos, un domingo de Magdalena. Será sin duda una de las mejores entradas de la Feria. Se respiraba en el ambiente tarde grande, expectación por ver a uno de los toreros más importantes que ha parido Castellón, que ayer dejó bien claro que si los inexcrutables designios de la providencia se ponen de acuerdo, Almassora tiene figura del toreo. Por si alguien tenía alguna duda, ayer Varea las despejó todas.

Con tardes así, la Fiesta tendrá supervivencia infinita. No le pesó la tarde, salió sin reservas desde el minuto uno, consciente de que no debía desaprovechar cualquier atisbo de nobleza por parte de los novillos. Sabía que en este tipo de festejos, la variedad es esencial, y la aplicó. Abrió todas las faenas de manera distinta, tanto en capote como en muleta. Incluso se atrevió con las banderillas, a sabiendas de que no es una suerte que domina. Y todo cuanto hizo, fue sobre la bandera del buen gusto y la personalidad de un torero artista. Varea, que es torero nacido a la vera del Mediterráneo, es torero de inspiración sureña, perfumado con la escuela sevillana.

El capote alado, el toreo de mentón hundido, de pura inspiración y tan imprevisible, que hasta él mismo se sorprende. Ayer le salió casi todo, hasta manejó la espada con contundencia y mató algunos toros bien y por derecho. Al margen de las orejas y la salida a hombros, lo mejor es haber encontrado a un Varea recuperado y en plenitud. Bien por él. El momento más álgido llegó con el quinto de la tarde. A éste lo banderilleó Varea en dos pares de más voluntad que brillantez, pero con un tercero al quiebro que puso al público en pie. Con la gente entregada en el tendido, hubo un comienzo de faena con ambas rodillas en el suelo, para el recuerdo, toreando por arriba y en redondo.

Muy inspirado el torero, muy metido en la faena y disfrutando de la excelente condición del novillo de El Parralejo, con movilidad y mucha calidad, que tuvo el pequeño defecto de salirse abanto en ocasiones, pero lo supo sujetar bien Varea. Faena inspirada, de entrega total con el novillo, que fue premiado con la vuelta al ruedo. Los cambios de mano, el toreo genuflexo… todo cuanto hizo estuvo cargado de torería. Esta vez fue un cañón con la espada. Dos orejas.

Fue el primero de la tarde un novillo que se definió en la muleta, donde se vino a más y embistió muy humillado y entregado a la pañosa de Varea. Cuando más le bajaba la mano el torero, mejor embestía el novillo de Fuente Ymbro, que fue importante. Sabroso el comienzo de faena, acompasado, roto en el toreo por abajo, con mucho gusto en lo que quería.